Hola a todas!
Soy la misma chica que se reencontró 12 años después con su primer amor, que entre circunstancias propias y mil cosas más dejó a su pareja de casi 5 años y apostó por una relación a distancia, una distancia tan grande como que es gallego y yo alicantina.
Ya dije en la segunda parte que iba a ver a K. el fin de semana. Volví anoche, lunes, tras 6h de tren entre el Avant y el AVE. Ahora, paso a relatar lo que he considerado el mejor fin de semana de mi vida.
El viernes terminé a las 7 de la mañana mi turno de noche, y, ni corta ni perezosa, me duché, me puse mi vestido nuevo monísimo y bastante más corto de lo que solía llevar, y tiré para el aeropuerto. Hice escala, y cuando llegué, me temblaba todo el cuerpo, los nervios a flor de piel, un primer encuentro a punto de ocurrir. Soy una persona bastante introvertida y este tipo de cosas me emocionan mucho.
Su mensaje en mi WhatsApp «Estoy esperándote, ruliña~ (apelativo cariñoso gallego que me dice mucho y yo adoro)», yo cogiendo mi bolsa facturada y esa puerta de salida.
Me costó muy poco encontrarlo, su estatura no es lo más común del mundo y entre fotos y los recuerdos, su cara ha cambiado poco desde que nos conocimos, seguía con cara de niño bueno. Cuando encontré su mirada él seguramente ya me había reconocido desde que salí (cosa que luego me confirmó). Intenté salir corriendo con mis tacones pese al dolor de pies que me causaban, pero adivinó mis intenciones y corrió él hacia mí para darnos el abrazo más tierno del mundo. Un tímido «hola» casi susurrado, dos besos a su madre, luego cuando llegamos al coche también estaba su padre (me avisó previamente que me querían conocer, nada fue a traición). Camino en el coche conduciendo su padre, noto sus caricias en mi mano para tranquilizarme. Cojo su mano, de nuevo se encuentran nuestras miradas, sonríe de felicidad, no puedo evitar sonreír.
Como quedaba media hora para ir a mi Airbnb, vamos primero un rato a su casa, que estaba prácticamente a 30 segundos caminando (cogí airbnb por intimidad). Sus padres nos dejan y se marchan. Sentados en el sofá, por fin, nuevo abrazo, sus susurros tranquilizándome, yo como una boba preguntándome si era real, si era él, mi K., del que estaba tan enamorada hacía años. En el fondo, ya sabía que sí, que era él y que por fin estaba a su lado. Primer beso, intenso, romántico, a la vez saltaban chispas entre nosotros.
Toca ir al apartamento, la chica muy agradable. Nos deja solos, me ayuda a deshacer la mochila y colocar mis cosas. Hasta el momento, todo un caballero que se ofrecía a llevarme el equipaje, a abrirme la puerta del coche, el coche era alto y me preguntó si necesitaba ayuda para subir (soy enana total).
Coloco mis cosas, y su siguiente paso «Vamos a dar un paseo, si no estás muy cansada, cielo»
Me enseña su pueblo, en comparación con el secarral de Alicante me parece una pasada. Junto al río, han pasado ya 2h desde nuestro encuentro y me siento flotar, me siento cómoda y feliz.
Transcurre la tarde, a la noche, invitación a cenar. Entiendo que la manera de comer en el norte es una barbaridad comparada con la que tenemos en el sur, jajajaja.
El plan siguió como queríamos, viendo El Castillo Ambulante, mi película favorita, una pastelada romántica de anime que adoro. Y sucedió.
Era su primera vez, porque según decía, estaba esperando a quien pensaba que merecía la pena. Fui su guía, y le puso unas ganas, una dedicación y un cariño inmesurables.
Sábado en Coruña. Vamos después de comer en un sitio muy cuco donde la dueña lo conoce y se alegra mucho porque se me ve una chica formal.
Ante el paseo marítimo, cuál fue mi sorpresa cuando me dijo «Crees que me olvidé de que hace 14 años te prometí que pasearía contigo junto al mar?» y me tiende la mano. Boquiabierta, yo también recordaba a la perfección la promesa, cogí su mano sin dudarlo. Casa de los peces, uno de los sitios más hermosos que vi. Vamos a la sala de abajo, una salita a poca luz rodeada de un inmenso acuario. Entre la gente, se pone frente a mí, y me pide salir, como se hacía antes. Mi corazón a este punto ya moría de amor por él.
Visita al centro comercial, cena y vuelta. Noche de infinita pasión.
Domingo relajado, comer con sus padres, ponerme hasta arriba de pescado porque quieren que pruebe las especialidades de la zona. Padres muy simpáticos, apoyando la relación.
Lunes, antes de la vuelta, paseo por el bosque, junto al río. Enamorada a más no poder.
Vuelta en tren para poder pasar más horas juntos. No podía dejar de llorar y él no podía dejar de abrazarme. Beso delante de su madre que nos había acompañado.
Promesa de volver a vernos en diciembre porque mi trabajo no nos lo permite antes. En el tren, llamada durante todo el trayecto, charlamos de lo que sea, me comparte la pantalla de su ordenador mientras juega para hacerme compañía como tantos días hacemos. Pero esta vez la conversación fluye diferente, fluye hacia planes de futuro, hacia cuánto nos echaremos de menos y lo mucho que vamos a seguir esforzándonos por salir adelante juntos.
Y así es como continúa esta historia de amor, me alegro que a varias os haya gustado, y muchísimas gracias a las que os alegráis por la felicidad, y que viva el amor para siempre!
-Yuuki