Siempre he pensado que mi abuela es esa mujer que ojalá yo a sus 70 años. Es una persona increíble, llena de vida, con una personalidad impresionista, feminista desde incluso antes de que el feminismo estuviese bien visto y muy adelantada a su tiempo.
Mi abuela se quedó viuda con 30 años y desde entonces se dedicó por entero a sus 4 hijos, entre los que se encuentra mi padre. Desde que yo era muy pequeña la he tenido a ella de referente. Es de esas abuelas que se salen de lo común, de las que te preguntan qué tal es en la cama tu nuevo novio o te invita a ti y a tus amigas a un fin de semana en la playa para poder pasar unos días alejada de ‘cosas de señoras’.
Ella siempre quiso estudiar. Me he pasado la vida escuchándola leerme libro tras libro, o viéndola sentada delante de su vieja máquina de escribir redactando relatos e historias policíacas que se le ocurren a lo largo del día. Siempre le he dicho que vale para periodista, que como ella no habría una igual, y ella siempre me decía que le hubiera encantado pero que en su época no tuvo tiempo ni dinero para hacerlo.
¿Pues sabéis qué? Hace ahora cinco años, cuando yo terminé de estudiar, justo el día que me gradué, me fui de cena con ella para celebrarlo. Nos tomamos unas copas y en medio de nuestra celebración la animé a que estudiara. Tenía todo el tiempo del mundo y sobre todo las ganas ¿qué podía perder?. Además, prometí ayudarla a pagar la matrícula si hacía falta. Esa misma noche nos informamos de las posibilidades y optamos por una opción privada y completamente online.
Estuvimos tooooodo ese verano practicando en el ordenador, entrando y saliendo del campus virtual y enseñándole a utilizar word, convertir archivos a pdf, entrar en las salas de las clases… Mi madre nos miraba como si estuviéramos locas, pero el que mi abuela entrase en esa dinámica me parecía toda una aventura increíble.
Y lo hizo. Ha estado cinco años sacándose cada una de las asignaturas, presentando trabajos, haciendo exámenes, sacando unas notas alucinantes. Hace poco que consiguió su título de periodista, este mismo curso, y no sabéis lo que fue ver esas lágrimas de alegría en sus ojos. Estos años ha aprendido muchísimo pero incluso algunos de sus profesores han dejado patente que ella les ha enseñado mucho más.
Mi madre el otro día le preguntaba »¿y ahora qué?» como si todo ese trabajo no hubiese servido para nada. Y mi abuela le ha dicho que ahora, es una periodista de 70 años completa y con muchas ganas de trabajar, como todos los estudiantes de su promoción.
¡Ole por ti, abuela! ¡Te quiero!