Yo siempre dije que el amor no es cosa de medias naranjas, que no necesitamos a nadie que nos complete ¿Cómo vamos a esperar que alguien nos complete si ya somos seres completos, enteros? ¿Cómo cargar en alguien el peso de completar nuestros vacios, las partes rotas, lo que nos falta? Sólo nosotros mismos podemos completarnos, juntar nuestras piezas rotas y curarnos.
Por eso no necesitamos una media naranja que nos complete, nos bastamos sólos, el amor no es eso. El amor no entiende de necesitar, eso no es amor, es dependencia. El amor es elegir una naranja que ya esté entera para rodar juntos. Elegir porque no necesitamos a nadie, pero podemos decidir compartir el viaje con alguien, si queremos.
Pero a pesar de entender esto, yo caí en el error de creerme a medio completar, de necesitar alguien que me salvara, un príncipe azul que no se convirtió en rana, se le cayó la máscara y vi que siempre fue un lobo disfrazado. Así un día me vi sola y sintiéndome cortada, vacía, mutilada. Sólo ahí pude ver que era mentira, que siempre estuve entera, pero no supe verlo. Sólo ahí entendí de verdad, que podía sola, no desde saberlo, sino desde sentirlo de verdad, desde creerlo.
Y sólo pudo ser ahí, pues no podía ser antes, donde te encontré sin buscarte, donde te vi por fin a pesar de que siempre habías estado. Una naranja entera, sin dependencias ni necesidades, pero con muchas ganas, ganas de rodar conmigo y comernos el mundo. Y me tendiste la mano y me invitaste a emprender un viaje, juntos, con nuestros espacios y nuestros encuentros, nuestros yos y nuestros nosotros, a acompañarme y que te acompañe, sin pretender salvarnos ni cambiarnos. Entendiendo que el otro ya se salva solo, sólo hay que estar a su lado apoyándolo, que no hay que completarnos, pues ya estamos completos, que no nos necesitamos, que podemos vivir sin el otro, pero queremos estar juntos, lo elegimos.
Y ojala este viaje dure para siempre, pero sino no importa, la despedida sería triste, pero podremos salir adelante sabiendo que ha merecido la pena, sabiendo que has sido mi mejor acompañante en este viaje, mi amor sano.
Porque tú me has enseñado que el amor de verdad no duele.