Hola a todxs.
Después de más de 10 años (tengo 28 años) me siento en la obligación y en la necesidad de contaros mi historia.
Todo comenzó hace más de 10 años, yo era muuuy mala estudiante, cuando digo mala es mala de verdad ya que en 3 de la ESO me quedaron 9 asignaturas y por supuesto repetí.
Mis padres pensaban que era por el instituto en cuestión y por los compañeros que hacia malas influencias hacia mí, entonces ellos con todo el amor del mundo decidieron que me fuese con unos tios mios a otro pueblo ya que en ese pueblo había un centro concertado de prestigio. El centro era un pedazo de centro la verdad, tenía desde parvulitos hasta 4 de la eso y era un castillo precioso.
Yo acepte encantada ya que así dejaba atrás una relación tormentosa y viviría nuevas experiencias en otro pueblo mucho más grande con lo que todo eso conlleva.
Pues bien, vamos al meollo de la cuestión, como el colegio era de monjas mi madre me compró la ropa más fea que os podéis imaginar, claro así no llamaría la atención. Yo que por aquel entonces vestía de lo más cani posible, pase de camisetas de conejito Playboy a ir el primer día de instituto con una camiseta de manga corta súper ancha con colorines, pantalón vaquero 4 tallas más grande y unas zapatillas de lona de cordones.
Pues llegue el primer día al nuevo instituto, pijos no, lo siguiente (que coste que no tengo ningún problema a la hora de adaptarme a situaciones difíciles) ellos al verme se quedaron boquiabiertos era la nueva, la nueva en un colegio donde ellos llevaban juntos desde palvulitos y empezó la pesadilla.
El mismo primer día un chico que le decían X, empezó a meterse conmigo de una manera brutal empezó a decirme en mitad de la clase que que fea era que porque no me iba del instituto que a gente nueva no quería y los demás riéndose, imaginaros mi cara, no sé porque me decía eso si yo no había dicho nada, la profesora solamente me presentó y yo dije 5 palabras. Yo con el carácter que tenía me quedé blanca, no sabía cómo salir de esa situación y me callé, maldita sea la hora que callé y no di un buen puñetazo en la mesa.
Los demás días eran iguales, me hacían el vacio constantemente, le tenía miedo al recreo, no porque me fueses a pegar sino por la vergüenza de no tener a nadie para comerme el bocadillo. Me lo comía sola en un rincón y estaba deseando que sonara el timbre para poder irnos otra vez a clase.
Y así pasaban los días… En una ocasión en clase de religión que nos la daba una monja joven 40 años aproximadamente, me preguntó la mujer algo que yo no tenía ni idea y me quede callada y empezó a pegarme voces diciéndome que era tonta, pues claro más gasolina para los acosadores. Lo más flipante de todo es que ella sabía lo que pasaba y en lugar de hacer todo lo posible para adaptarme (era monja algo de humanidad se supone que tendría que tener) hacia lo contrario.
Obviamente yo esto no se lo contaba a mis padres. Que una chica que era una guay que hacia lo que daba la gana ahora era una chica a la que acosaban NI DE COÑA, QUE VERGÜENZA.
Pero la gota que colmó el vaso fue lo siguiente:
En mi clase había un chico de etnia gitana, al principio muy agradable no se metía con nadie e iba a su rollo es más, yo tenía buena relación con él. Pues los demás chicos le empezaron a decir que yo había insultado su raza que me parecían asquerosos y que ojala se murieran todos (maldito Juan Jesús, ojala te estés pudriendo igual que tu corazón en ese momento) obviamente eso era falso, como me iba a meter primero, con una raza a la que tengo muchísimo cariño y después con la única persona de la clase que no se metía conmigo. Pues desde ese momento empieza mi gran pesadilla…
Me empezaban a esperar después de clases para insultarme (nunca pegarme) nadie hacia nada.
Las clases de educación física era un autentico suplicio ya que me avasallaban diciendo que daba asco que por qué no me suicidaba que nadie me quería. Uno de esos días no aguanté más y me fui de la clase llorando y me vio la portera del centro y me preguntó que me pasaba, fue a la primera persona que se lo conté, bendita Rosa gracias por tanto.
Ella me dijo que eso no podía seguir así que lo contara, llamó al profesor de educación física, que era mi tutor para hablar y se lo conté todo con ella delante. El profesor decía que eso era cosa de niños que era de lo más normal DE LO MÁS NORMAAAL…. Hablé con la directora del centro, una monja más vieja que matusalén, para ella era lo mismo, cosas de críos. En fin estaba sola con mi lucha, sola y con Rosa mi bendita Rosa.
Nadie me creía o no me querían creer no sé si era porque allí la que molestaba era la nueva y no la hija del que le tocó la lotería y tienen un enorme chalé o yo que sé.
En esa situación paso los dos años que estuve en ese infierno, pasaron lentos pero pasaron. Cuando me fui, a la única persona que le agradecí estar conmigo y apoyarme fue a la bendita Rosa le dije que gracias por todo, por visibilizar el problema y aunque no pudimos frenarlo, por todo el apoyo que me dio (aun tengo relación con ella).
Ahora mismo vivo en Madrid, estudie Trabajo Social (la profesión más bonita del mundo) y gracias a “Dios” trabajo con gente que ha sufrido y sufre bullying.
Hace unos meses me encontré a una chica de ese colegio, se quedó muerta porque nos encontramos, paradojas de la vida, en un desfile de modelos y yo con mis 62 kilos y mi 1,76 de altura desfilé con un par. Me preguntó que si era, por llamarme de una manera ANTONIA, y le dije que sí que yo sabía quién era ella y le solté todo lo que tenía dentro y me dijo que era cosas de niños. Otra vez cosas de niños…
Con este texto quiero que la gente que está sufriendo bullying lo denuncie a quien sea, portera/o, limpiador/a a quien sea que no se lo calle porque es mejor dar un puñetazo en la mesa con tiempo que pasar por ello. Y que todo pasa, por suerte todo pasa y por favor decírselo a vuestros padres que no os de vergüenza, yo cometí la equivocación de no decírselo y fue lo peor.
Muchas gracias por leerme, necesitaba vaciar la escoria que he tenido dentro.