Me vió, yo, edificio medio en ruinas
y, él, maquina apisonadora atacó como siempre por vicio
hasta que decidió que no era necesario gastar en mí más gasolina
y se fue sin recoger el estropicio.
Alguien se enteró y se acercó un dia para ver como había quedado.
Decía: “no se puede construir bajo escombros”
y tal vez no estaba tan equivocado
pues cayeron lluvias torrenciales sobre mis polvorientos hombros.
Hubiera llorado de no haber sido de cemento
ni si quiera los pajaros anidaban en mi estropeada fallada
ni un suspiro al verme, ni un aspaviento
ni un graffiti que me hiciera sentir anhelada.
Pero dicen que el Coliseo es una maravilla, y esta medio derrumbado
Por eso no tuve que extrañarme de impresionarte
y que al verme dijeras abrumado:
“Eres una obra de arte”.
(Y tú lo mejor que jamás me han regalado)