Aquí os dejo el tercer capítulo de mi nuevo relato:
«Entro en el baño y me dispongo a lavarme los dientes. Mientras lo hago, alguien sale de la parte interior, donde están los inodoros. He de decir que en mi planta los baños los consideramos mixtos porque entramos tanto mujeres como hombres. La persona que sale me saluda pero no reconozco su voz. Me giro para mirar quien es y me encuentro con unos ojos verdes impresionantes. Estoy segura de que son los ojos más bonitos que he visto en toda mi vida. Por lo que, ciertamente, me doy cuenta que debe ser una visita.
“no sabía que este baño era el de mujeres, lo siento”, dice con una voz más que apurada. Yo me quedó inmóvil mirándole. Es muy guapo, más alto que yo, moreno y de repente me parece perfecto. Debe pensar que soy imbécil, con el cepillo de dientes en la boca y mirándole con cara de atontada. No sé cómo logro decir “aquí todos utilizamos los mismo baños”.
“Vengo a una entrevista de trabajo y estoy un poco nervioso”, me contesta el apuesto desconocido. Según termina de decir esa frase, la puerta se abre y entra Marimar con el desparpajo que la caracteriza. Marimar trabaja en la sección de recursos humanos.“Mikel??? Llevo buscándote un rato…te estamos esperando”.
Me quedó inmóvil y no soy capaz ni de despedirme. Esta situación no ha dejado completamente en shock. Pienso que debe de pensar que soy imbécil, que chico más guapo…hacía mucho tiempo que no veía un hombre de esa manera. De una manera que como “recién” soltera pensaba que no iba mirar más. Mi cuerpo había dejado de sentir, se había quedado dormido.
De repente mi cuerpo ha sentido una atracción que ya tenía olvidada. Esa atracción que te hace sentir una mujer viva. Se me había olvidado lo que era tener esa sensación. Pero creedme, chicas, es sensación se puede olvidar pero nunca apagar. Por lo que sí una siente una atracción por alguien (indistintamente de su condición sexual), eso es que algo sigue vivo dentro de nosotras.
Salgo del baño como ensimisma y contenta a la vez, pero ni rastro del chico. Y pienso, creo que Marimar le ha llamado Mikel. Y tengo un nombre pero solamente la idea de que pueda estar por mi oficina me pone nerviosa y alerta. Tan solo pensar en esos ojos hace que me derrita. Debe de estar haciendo la entrevista. Pienso “solamente mostrando esa sonrisa con esos dientes perfectos, yo le daría el puesto”. Lástima que yo no trabaje en recursos humanos…
“Vaya primera impresión que se ha debido de llevar de mí!”, pienso para mis adentros. Totalmente la contraria a la que me he llevado yo…un tío que sin conocerle de nada, ya me ha encendido por dentro. Con menos de cinco minutos ha conseguido hacerme sentir y pensar que no está todo perdido, que mi cuerpo responde a estímulos. A estímulos masculinos, jajaja. Y por qué no decirlo, a estímulos masculinos y varoniles, muy varoniles.
Esos estímulos, que cuando llegue a casa, van a hacer que me recree pensando en esos ojazos que me miraban por dentro, en esos labios carnosos que estaban deseosos de ser besados, en ese culo que parecía tener bajo los pantalones de traje.
Si por mi hubiese sido, me habría marchado ya del trabajo con mi “nueva sensación” y guardando esa cara y ese cuerpo en memoria y habría dejado volar mi imaginación para concederme un homenaje (por decirlo de manera fina) pensando en la cantidad de cosas que habría hecho yo en ese baño: Mikel tenía una barba incipiente de las que me gustan porque hacen cosquillitas, se apreciaba un cuerpo definido a través de su camisa blanca (la cual por cierto, no hubiese dudado ni un momento en quitársela o incluso arrancársela) y, por qué no decirlo…Mikel tenía una pinta de empotrador que no me habría importando nada de nada que me hubiese hecho suya en esos lavabos. Solo de pensarlo se me eriza la piel. Partes de mi cuerpo que parecían dormidas, han empezado a despertase y decirme “chica, eres joven…no estás muerta, solo necesitabas a alguien que te encendiese”.
¿será Mikel, el hombre del lavabo, el que lo consiga???»
Espero vuestros comentarios y críticas.
La Cientifica empedernida