Quería compartir mi experiencia y ver si a vosotras también os ha pasado algo parecido o habéis tenido que lidiar con cosas como éstas.
Veréis, realmente no recuerdo exactamente cuándo ni dónde empezó, pero recuerdo que era pequeña, demasiado pequeña como para empezar a preocuparme por estas cosas. Recuerdo cómo jugaba con mis amigas a las muñecas y, mientras sujetaba mi Barbie embutida en su vestido perfecto, la miraba maravillada por lo guapa que era, lo bien que le sentaban todos los vestidos que le compraba y lo perfecta que era. ¿Por qué yo no soy así? me preguntaba. También recuerdo los días de playa con la familia en los que algunas de mis tías me miraban con desaprobación por mi cuerpo rechoncho “deberías adelgazar”, “no puedes comer tantas porquerías”. “Pero…yo pensaba que de eso había que preocuparse cuando fueses mayor” contestaba yo ingenua, ellas se limitaban a mirarme con cierta ternura a la vez que negaban con sus cabezas.
“Gorda”. Recuerdo que ese insulto me dolía más que ningún otro ¿Por qué? Si tan solo era una niña cuya única preocupación debía ser jugar y más adelante, estudiar y sacar buenas notas ¿no? Creo que solo me lo llamaron un par de veces contadas, tuve suerte, tan solo sentí como puñaladas quebrando mi autoestima y mi confianza en mí misma…un par de veces contadas. La verdad es que a lo mejor si hubiese sido simplemente un problema menor, de los que te enfrentas al salir a la calle puede que no le hubiese dado tanta importancia. Sin embargo, la lucha seguía en casa. Mi familia paterna desaprobaba totalmente mi cuerpo regordete. Sé que lo primero que querían era que estuviese sana al fin y al cabo, pero…estaba como mucho un par de kilos por encima de mi peso recomendado, no era un problema grave.
Pasaron los años y fui creciendo con esas ideas en la cabeza “deberías adelgazar”, “estas gordita” (como si el –ita fuese una forma más bonita de llamarte gorda)… Crecí con mi hermano menor, que para suerte suya, hacía ejercicio y por lo tanto no engordaba. Realmente ahora me doy cuenta de pequeños detalles que cada vez iban fijando esas ideas nocivas cada vez más dentro de mí. Mientras que mi hermano se llevaba al colegio sus bocadillos de nocilla, zumo y galletas, yo me llevaba mi merienda que constituía en un sándwich de jamón y queso y un zumo. Mientras yo veía a mis amigas delgadas, yo me veía cada vez más como una personita que no encajaba. Cuando hacíamos educación física recuerdo que ni siquiera me esforzaba, tenía la idea tan arraigada en mi mente que pensaba, no voy a hacer ejercicio si total, ya estoy gorda y la gente gorda no hace ejercicio. Triste pero cierto. También me doy cuenta ahora que, tal vez, el hecho de que mi familia tuviese tanto en cuenta mi peso influyó en mí y en la comida. Me siento mal conmigo misma desde pequeña y como no, la comida es lo único que no te llama gorda, al contrario, te incita a aumentar de peso.
A día de hoy tengo 19 años y tengo sobrepeso leve, no estoy excesivamente gorda, sin embargo yo solo pienso que debo adelgazar. Para mí no hay un “eh, tranquila, estás bien tal y como estás”. Llevo desde que tengo 10 años intentando o soñando con adelgazar, y ya son mil las veces que lo he intentado pero por alguna razón u otra nunca termino del todo. Pienso que solamente sería realmente feliz en este mundo si fuese delgada, que ya todo lo demás vendrá solo. Es difícil salir de unos estigmas que te han inculcado desde que eres pequeña y afrontarlos, pero sé que puedo. Sé que está en mí realmente el adelgazar.
La cuestión es: ¿para quién adelgazo? No sé si lo intento hacer para conseguir la aprobación completa de mi familia, la aprobación de la sociedad o para mí misma. Aún estoy preguntándomelo.
¿Sabes cuando a veces hay momentos que sin saber por qué, porque no son nada del otro mundo, te marcan y los llevas en tu memoria? Me acaba de venir a la mente un momento hace un par de años cuando mi padre me llevó al instituto, yo salí del coche y acto seguido me dispuse a colocarme la camiseta, bajándomela bien para disimular el grosor de mis muslos. Me percaté de que mi padre observaba todo ésto y vi en sus ojos un destello como de tristeza “solo quiero que estés bien contigo misma y verte feliz” me dijo. Sé que lo sentía y lo siente realmente, pero ahora pienso…tal vez estaría feliz conmigo misma y me daría totalmente igual como colocarme la ropa estratégicamente para ocultar mis defectos si tú me hubieses inculcado que el ser feliz es quererse tal y como uno es, no tal y como los demás creen que debería ser.
Y realmente, refiriéndome a mi padre me refiero también a la sociedad en sí. Pienso que la sociedad tiene un concepto erróneo de belleza cuando el concepto realmente depende de cada persona y como esa persona ve la belleza, a su manera. En realidad todos somos bonitos pero creo que estamos muy ciegos también.