Deja que mi corazón respire, que se me abra el pecho… aunque haya explotado lo noto comprimido. Deja que recuerde las palabras, que mis manos vuelvan a ubicarse en el espacio. Deja que pueda cogerte para después dejarte ir… déjame.

Déjame para que pueda buscarte, porque si busco te encuentro y si te encuentro, me he perdido. Y cada vez igual, con las mismas ganas… con la piel rasgada y los ojos recordando cómo nadar sin manguitos.

Deja que mis piernas corran, que mis pies me desvíen del camino. Deja que mis pájaros vuelen, tengo la cabeza llena de nidos. Deja que mi corazón respire, que se me abra el pecho… ¿dejarás algún día de ser mi ombligo? Dejarás algún día de ser mi ombligo.

Ni siquiera eres tú cuando te miro, danzan los demonios en tus ojos y las llamas del fuego que te ha consumido…. que tú has consumido. Y cada vez igual, aunque hace tiempo que se apagó la risa, casi tanto como la marca de mi barbilla en tu hombro mientras suenan canciones que nos mueven hasta dejarnos de rodillas.

Deja que recuerde las palabras, que mis manos vuelvan a ubicarse en el espacio y así el Big Bang que creamos se reconstruya para ser de nuevo destruido. Que me explote el alma y se quede en ti todo lo que hemos sido, que cuando crezcamos riegues esa parte de nosotros y broten en ti los recuerdos que creías por siempre perdidos.

Deja que se me abra el pecho, que mi corazón respire. Deja que mis pies me desvíen del camino. Dejarás algún día de ser mi ombligo, y guardaré en ti todo lo que hemos sido.