Un porro. Se que me sienta mal, que no es bueno para mi salud, ni física ni mental (sobre todo mental) pero no puedo evitarlo… cuando no lo tengo accesible soy fuerte (me hago la fuerte) me digo a mi misma que puedo vivir sin él, que no le necesito para continuar mi vida, al contrario, que estoy mejor sin él, que no me hace falta para nada… pero cuando sientes su olor, su maravilloso olor, ese tan característico que te llega a la pituitaria y piensas «joder, es él. lo necesito, aunque sea solo un tiro… lo necesito y lo necesito YA», toda tu fortaleza desaparece.
Se que me va a sentar mal, que quizá me deja adormecida, como flotando en una nube, que quizá me ponga a llorar si mezclo cosas. Se que al día siguiente hay muchas probabilidades que me despierte con la boca seca, que tenga un leve dolor de cabeza, que no deje de darle vueltas a que hice ayer y sobre todo por que lo hice…
Porque lo hice? Por que por ese segundo que dura la calada, pagaría lo que fuese.
Si, se que merezco algo mejor (o quiero pensarlo), se que no me aporta nada nuevo a mi maravillosa vida, se que no me hace bien, se que puedo aspirar a más, se que valgo mucho más, pero ese es el «quiz» de las drogas ¿no? Crearte una dependencia increíble. Y que algo en tu cabeza sepa que esta mal, pero que no puedas/quieras hacer nada por evitar volver a drogarte, porque desgraciadamente, esa sensación, ese segundo que dura calada, te da la vida. Y quieres creer que algo cambiará, que no será tan malo, que por una vez más no pasará nada, incluso ya te pones a divagar diciendo que si esta en tu camino es por algo…

Y ahora es cuando cambio el porro por una persona, por él. Mi amor, mi vida, la persona que quiero pero no me quiere como yo a él. El chico por el que harías de todo, el chico con el que quedas, aun sabiendo que hay un alto porcentaje de probabilidades que acabe mal noche y que a la mañana siguiente vas a estar preguntándote porque finalmente fuiste a verle, si sabes que no te hace bien, no es bueno para ti, sabes que puedes continuar tu vida, que no le necesitas para nada, que estás bien sola. Sabes que no es bueno para tu salud (sobre todo mental), sabes que no va a haber nada más que lo que hay, pero no puedes evitarlo cuando se cruza contigo y sientes su olor inconfundible que tantas noches paso abrazado a ti, no hay vuelta atrás. Le das una calada y tu marcador del tiempo que llevabas «limpia» se vuelve a poner a cero, te juras y perjuras, incluso diciéndoselo a él, que va a ser la última vez, que es absurda la situación, un callejón sin salida y te convences e incluso lo consigues… hasta la próxima vez. Porque en el fondo quieres creer que algo cambiara, que no será tan malo, que si esta de Dios que os veáis, será por algo… pero en realidad ese algo es la dependencia que se tiene, que es más fuerte que tu. Y te das cuenta que la droga más fuerte para ti, es su mierda de amor. Porque si, por mucho que quieras negarlo cuando estas lejos en tus momentos fuertes, le quieres y quieres estar con él pase lo que pase. Drogada por/con su amor.