No se si la casualidad o no, cuando vi esa foto tuve que comentarle. Y ese comentario nos llevo a seguir una conversación que acabo en una propuesta de vernos a sola, ella y yo. Yo y ella.
Pasaron los días y la rutina se acompañaban de horas y horas de compañía por teléfono ya que nuestros trabajos y nuestras vidas paralelas en ese momento no nos dejaba disfrutar de otra manera.
Yo tenía claro lo que quería, la quería a ella, los años habían pasado y ahora que la había vuelto a encontrar no quería perderla. Pero también tenía claro que ella tenía su vida y el miedo nuevamente como estos años atrás se apoderó de mi. Tenía claro que no quería pasar nuevamente por algo que me volverá a hundir y no poder levantarme aunque no se porque sentía que con ella todo sería diferente.
Los días pasaban y decidimos tener esa primera cita todo estaba preparado, incluso de lo que íbamos hablar, lo habíamos dividido por tema. Tonterías de esas de conversaciones de madrugadas. Pero el destino que siempre había jugado entre nosotras quizo que ese día no fuera y que nuevamente volviéramos a estar más días separadas.
Los días pasaron pero las conversaciones no paraban, cada vez había más ganas de vernos y por eso un día así casi por casualidad me fue a recoger al trabajo y me preparo una cita que que jamás olvidaré.
Recuerdo los nervios que pasé, recuerdo sus nervios que se reflejaban en cada movimiento, recuerdo incluso su respiración, y las ganas de más aunque sabíamos que no. Que al final cada una tenía su vida y quizás esta fuera la última vez a sola.
O simplemente el comienzo de algo inmenso.