Buenas a todos.
Mi duda es más un debate moral que un problema. Soy una persona treintañera, trabajadora y muy sensible, en el sentido literal de la palabra: todo me afecta bastante, tanto lo bueno, como lo malo. Otro «defecto» es que soy una persona hogareña, tengo pocos amigos y la verdad es que me gusta estar con gente, pero las baterías sociales se me agotan muy pronto, por lo que no puedo estar todos los días con gente todo el día, me agobio, me siento mal y estoy incómoda. He aprendido a decir no y mi entorno lo entiende y respeta, porque cuando estoy con ellos, estoy porque realmente nos apetece vernos y echamos buenos ratos, no nos vemos por costumbre o compromiso.
El problema viene con la familia de mi novio, que quieren que nos vayamos a su casa cada fin de semana, viernes noche, sábado todo el día y el domingo. Al principio íbamos un día, luego pasamos a ir un día en findes alternos o algún día entresemana. Todo perfecto por mi parte. Pero en vacaciones la cosa cambia, porque ellos tienen más tiempo libre y quieren estar todos juntos 24/7. Y claro, yo pues, un finde paso por el aro y voy, pero todos me cuesta mucho porque necesito tiempo para mí. A mí chico le he dicho que vaya él, que a mí de corazón no me importa, pero que yo necesito mi tiempo de estar sola, que si salgo un día y estoy 15 horas con un grupo de personas, al día siguiente necesito descansar. Y se ha enfadado, porque dice que soy muy rara, que no me apetece nunca hacer nada…
En parte entiendo su frustración porque es cierto que al mes saldré de ocio 2 o 3 veces, pero yo no le impido salir a él, le incito de hecho. Y tampoco entiendo cómo una de las cosas que más le enamoró de mí hace años, ahora sea motivo de disputa (que yo sea hogareña y me guste estar en mi casa o sola).
No sé, yo «cedo» en quedar con su familia y vernos una vez a la semana a echar el día entero tenga ganas o no, porque hay veces que me apetece mucho y la verdad es que me lo paso bien, pero otras veces solo me apetece estar en casa hecha una bolita leyendo un libro tranquila.
Pero está trayéndonos problemas, porque no quiere hablar conmigo del tema y él al final no va y me lo echa en cara a mí… No sé qué hacer, la verdad. No sé cómo llevar la situación porque él no sabe poner límites con sus padres, ellos le dicen ven, y va. Sin rechistar, preguntar o dudar siquiera. Y si no va, me echa la culpa a mí porque tenemos que ir los dos.
No sé, yo también quiero a mi familia, pero todos nos juntamos cuando nos apetece a todos vernos, cuando hay algo que celebrar… No sé, hablamos a diario, pero cada uno tiene su vida.