Muy buenas, lectoras y lectores. Intentaré ser muy breve, así que no entraré en muchos detalles para no hacerlo demasiado largo.
Estoy en terapia por traumas infantiles (sí, en plural). Llevo desde septiembre, y a principios de este mes empezamos a tratar los traumas (hasta ahora este tiempo he estado «preparándome» para esto) con EMDR. El primero lo llevé relativamente bien; en el momento fue un torbellino de emociones malas (tengo un problema y es que no sé identificar mis sentimientos, así que fue un poco difícil de llevar porque me sentía muy vulnerable), terminamos la sesión muy bien y tranquila, pero las dos semanas siguientes noté que el apetito se me desvanecía, tenía el estómago muy cerrado, comía muy poco porque enseguida me llenaba y me generaba rechazo probar bocado.
Este martes volvimos a hacer EMDR con otro trauma, esta vez uno muy, muy fuerte. Yo me disocié y no soy capaz de sentir nada al recordarlo (que solo recuerdo por partes porque la mayoría son lagunas), es como si le hubiese ocurrido a otra persona, o lo hubiese visto en una película. Así que allí nos fuimos. Resumiendo: se me tensaron las piernas, estaban rígidas, los ojos (que tenía abiertos como platos) me lloraban a lagrimones aunque yo no «sentía» que llorase, no podía mirar a mí psicóloga, cuando lo intentaba automáticamente desviaba la mirada de un lado a otro, y me apretaba los muslos con las manos porque la ansiedad me estaba comiendo viva. Todo esto terminó muy pronto gracias a Dios, sentí que se me desvanecía todo otra vez, como si volviese a formar parte de un recuerdo que no me es propio, como si mi cerebro se negase a pasar por ahí y simplemente lo volviese a alejar de mí.
Desde entonces he estado muy rara, muy ausente. Me quedo con la mirada perdida y la mente en blanco más veces de lo normal. Se me olvidan cosas que me han dicho hace apenas unos minutos, y mi compañero de piso dice que estoy en Babia. Era una sensación muy extraña, estaba apática.
Pero esta madrugada, cuando me fui a la cama, me puse los cascos para escuchar un poco de música antes de dormir. Y, de repente, me volvieron todas esas sensaciones que había experimentado durante la terapia. Los ojos se me abrieron como platos y se me clavaron en la oscuridad, mirando de un lado a otro como si hubiese algo, mientras se me caían las lágrimas; las piernas se me tensaron, y me apretaba las manos mientras respiraba muy fuerte por la boca porque por la nariz me daba la sensación de que me ahogaba. Tuve que encender la luz, y entonces empecé a pensar «No puedo, no puedo con esto», mientras me balanceaba, cambiaba de posición, me sentaba, metía mi cabeza entre las rodillas, me volvía a sentar… Fui al baño y todo lo veía enorme, me miraba las manos y las piernas y no las sentía como mías. Tuve el impulso de vestirme e irme a casa de mi madre (serían las tres y pico), así que me vestí, la habitación la percibía extraña, como si no fuera mía. Salí pitando, andando muy rápido, y por la calle los edificios parecían una maqueta, la calle interminable, si me miraba las piernas sentía que no era mi cuerpo, y todo esto me provocaba vértigo y ganas de vomitar; así que iba con la mirada clavada en el suelo, de vez en cuando miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos. Llegué a pensar que si me veía la policía me iba a parar porque seguramente pareciera que iba puesta de algo.
Cuando llegué desperté a mi madre y me senté en su cama. No sé cuánto tiempo estuve ahí, pero tenía el cuello girado hacia la izquierda (es donde está la puerta y el armario con espejo) porque no podía girarlo a la derecha. Mis ojos iban de un punto a otro, la pierna derecha se me tensaba y yo pensaba «para, por favor», pero no podía relajarla; la cara me hacía muecas, pasaba de tener los ojos muy abiertos a fruncir el ceño como si estuviese enfadada, pensando todo el rato en por qué narices estaba haciendo eso, pero no podía evitarlo. Miraba todo el rato a la puerta y al espejo, para ver si mi madre me estaba mirando, y cuando la veía mirándome fijamente (la pobre, estaba muy preocupada) me ponía muy nerviosa y solo podía pensar en que parase pero no podía hablar. Estaba y no estaba, y cada vez que me miraba las piernas volvía esa sensación de que ese cuerpo no era mío. Empecé a ver la habitación como torcida, como si la pared tras de mí fuera el suelo y el suelo fuera la pared, y tenía la sensación de que en cualquier momento todo se iba a caer hacia atrás (abajo) por efecto de la gravedad. Cuando fui capaz de articular palabra (no sé por qué no podía hablar, simplemente no me salía) se lo dije a mi madre y pusimos la televisión para ver si me podía distraer. También me dio un Lexatin. Mirando la pantalla seguía perdiendo la «noción» (se me quedaba la mirada perdida fija en un punto borroso) durante un rato, no sé cuánto, y me costaba mucho pensar, es como si quisiera pensar una palabra, por ejemplo «árbol», y me quedase anclada en el «ár», sin ser capaz de decir el resto.
Al final, después de un rato conseguí relajarme, momento en el que decidí volverme a casa (a eso de las seis y media). Antes de marcharme, hablé con mi madre de lo que había ocurrido, lo que había sentido, y también de la terapia. Ella sabe que voy pero nunca le conté qué hacemos o qué tratamos, y al hacerlo me puse tan nerviosa que empecé a tartamudear y me temblaba mucho la voz, como si fuera a llorar pero no tenía ganas, solo sentía la cabeza atolondrada, demasiado llena y me costaba poner los pensamientos en orden y en su sitio.
Al volver a casa no dormí (no puedo, estoy como hiper despierta), y ahora que estoy mejor decidí compartirlo. Porque se supone que tendría que llamar a mí psicóloga y contárselo, pero tiene muchos pacientes y hace muchos cursos, está muy ocupada y no quiero molestarla, además tengo cita la semana que entra y creo que puede esperar.
Solo quería saber si alguien ha pasado por lo mismo o parecido, o si es normal que me ocurra esto. Ya había pasado muchas veces por la sensación de que el ambiente es de mentira o es más grande, o de que este no es mi cuerpo, pero solo me duraba unos segundos; y también muchos ataques de ansiedad pero nunca así, no sé si fue un ataque de ansiedad pero no fue nada parecido a los anteriores.
Tengo miedo de que me vuelva a ocurrir, o de volverme loca. Tenía la sensación de que había cascado y que iba a terminar chiflada en un psiquiátrico. No sé si es normal dada la situación pero fue muy difícil de llevar.
Perdonad el tocho, quería hacerlo lo más corto posible para no aburrir y no he sido capaz. Gracias por llegar hasta aquí.