Hablar para soltar y superar

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    Estaba yo tanquila hablando con un amigo sobre los tatuajes que se quería hacer. Resulta que quiere tatuarse todo el cuerpo, y le dije que era muy valiente, que no todo el mundo sería capaz por miedo al que dirán, o por miedo a no conseguir trabajo… y así.

    Debatiendo un poco sobre esto, no pude evitar pensar en mí misma. Y entonces sentí la necesidad de venir aquí a escribir esto porque las veces que lo hice me sentí mucho mejor (gracias Weloversize por darnos el espacio para poder desahogarnos y ayudarnos entre nosotras), y aquí estoy.

    Me di cuenta de que si, en gran medida superé esa parte de mi vida en la que los comentarios de los demás me condicionaban, y que ahora, gracias a lo que sea, puedo ponerme la ropa que me de la gana sin miedo a que se burlen de mi o a que me hagan comentarios despectivos porque realmente ya no me importa, voy a vestirme como me de la gana y como a mi me gusta, cosa que mi yo adolescente no pudo hacer. O también voy a hacer las cosas que me de la gana para disfrutar y pasármelo bien sin tener miedo de hacer el ridículo o llamar la atención porque ahora ya no me importa.

    Está genial poder sentirse así ahora mismo, pero realmente me di cuenta de dos cosas:

    1- No hablé lo suficiente de las cosas que me habían pasado para llegar a vivir condicionada por las opiniones de los demás.
    2- El hecho de no haber contado esas cosas que me habían hecho tanto daño, no me deja avanzar.

    Me explico: si, yo ahora por suerte tuve un subidón de autoestima, me siento bien conmigo misma, me acepto, y me quiero tal y como soy. Pero cada vez que sale un tema así, como el de los tatuajes en este caso, esas cosas vienen a mi mente y siento dolor, porque a la niña que una vez fui, le hicieron un daño enorme. Y me asusta que el hecho de no dejar ir eso, por mucho que yo ahora esté bien, vuelva. Es decir, que por cualquier motivo vuelva a sentirme como me sentí en toda mi adolescencia, y todas esas cosas malas vuelvan a condicionarme en cada paso que quiera dar en mi vida.

    Por eso y aunque a nadie le interese mi vida, voy a escribir algunas de las cosas que me hicieron mucho daño. No tienes por qué seguir leyendo si no quieres, es algo que yo necesito hacer para desahogarme ahora mismo porque muchas de las cosas que quiero escribir aquí, nadie las sabe porque nunca se las conté a ninguna persona. Si no vas a seguir leyendo, si estás o estuviste en una situación similar a la mía, al menos te animo a que lo cuentes, porque soltar las cosas mola y cuando lo hice aquí otras veces me sentí genial. En fin, a lo que iba.

    A mi me dolió con nueve años que niños de 15 se burlaran de mi diciéndome delante de otros niños del colegio que de cuantos meses estaba embarazada. A mi me dolió que jugando al pilla pilla en educación física los niños se burlaran de mi aspecto al correr. A mi me dolió que compañeros de clase me llamaran «puta gorda de mierda» con 13 años y que la profesora, conociendo la situación, no hiciera nada. Me dolió también que otras chicas me miraran con asco en los vestuarios mientras me cambiaba. Me dolió el hecho de que se burlaran de mi por lo que comía, y pasar el resto del instituto comiendo escondida en el baño para que no se rieran de la gorda que llevaba galletas en el recreo porque «mira la gorda como se pone, van a tener que sacarla en grúa por la ventana». Me dolió que las tiendas hicieran las tallas cada vez más pequeñas y no poder ponerme ropa acorde con mi edad y gustos, y verme la mayor parte del tiempo vestida con ropa que para una niña, parecía de señora. Me dolió que el chico que me escribía y con el que perdí la virginidad no quisiera tener nada conmigo porque «a mi me gustas y siento cosas, pero no quiero que nadie lo sepa». También me dolió que mis propias amigas (ahora ex, por suerte), se rieran de mi con sus amiguitos a mis espaldas porque nunca ligaba. Ah, me dolió el día que caminando con mi madre por la acera, siendo una niña de 13 o 14, un señor en furgoneta blanca me gritara «gorda» desde la ventanilla, y también que un niño de mi clase dijera delante de todos que «lo que te sobra de peso a ti le falta a fulanita».

    Si, sé que a lo mejor no es para tanto, y estoy segura de que mucha gente habrá vivido situaciones peores por culpa de su físico. Eso es lo que a mi me tocó, y esas cosas son las que me hicieron ser como fui: una niña insegura, que dejó de cantar y bailar y hacer el tonto delante de todo el mundo porque me hicieron creer que yo no era válida, y evitar ser el centro de atención sería lo mejor porque estaba gorda y no quería recibir más burlas. Una muchacha que veía que la gente la miraba (o no, vete tu a saber, pero yo estaba convencida de que si), y automáticamente pensaba que era porque como estaba gorda estarían haciendo chistes o burlándose de mi. Una chica que dejó de ponerse cosas que le gustaban porque no quería escuchar ciertos comentarios. Una chica que pasó una temporada teniendo miedo de todas las furgonetas blancas que veía cuando iba por la calle, y una chica a la que le costaba relacionarse y prefería quedarse sola porque pensaba que nadie la aceptaría, y por supuesto una chica que desconfiaba de la gente que se acercaba a ella porque suponía que detrás había una mala intención.

    Así es la mente humana, y así somos los humanos. Siempre criticando, siempre burlándonos. Siempre haciendo comentarios sin saber el alcance que tienen unas palabras y lo peligroso que eso puede ser, sobre todo cuando se es niño.

    Y ahora veo lo importante que habría sido para mi hablarlo con alguien en su día, en lugar de callármelo (repito, la mayoría de cosas que acabo de escribir no las sabe nadie), y que alguien me hiciera creer que esas cosas no eran así.
    Que ya pueden decir misa. Yo no era un bicho raro, yo estaba gorda, pero era una persona normal, perfectamente válida, y mil veces mejor persona. Yo aprendí a base de palos lo que se puede y no se puede hacer con los demás. Y de verdad, espero que poco a poco, nos vayamos concienciando más. Tenemos que querernos, aceptarnos, y vivir. No hay nada malo con ser gorda, no hay nada malo en vestirnos como queremos, no hay nada malo en hacer lo que nos gusta, y no hay nada malo en comer lo que nos da la gana porque comer es lo mejor del planeta, así lo digo.
    En fin, siento alargarme tanto, pero como reflexión final quería dejar esa, que te aceptes tal y como eres, que no hay nada malo en ti, y que no te condicionen lo que los demás piensen o digan de ti, porque vida solo hay una, y es una pena que no te pongas el vestido que te gusta para irte de cenita por el miedo al que dirán. No te arrepientas cuando seas más mayor de no haber disfrutado rompiéndote el coco con todas esas cosas que te atormentaban la cabeza, y no vivas para nadie, vive para ti. Disfruta, y quiérete.
    Besis de fresi a todas!!

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