PRÓLOGO

–Siento llegar tarde –dijo la mujer, que descargó sus bolsas en la silla y en el suelo.
–No pasa nada –contestó él, sentado de caras a la puerta del local. Estaba nervioso, pero consiguió forzar una sonrisa despreocupada lo bastante creíble.
–¿Seguro? Pensé que estarías echando pestes, con lo poco que te gusta esperar. – El hombre no hizo comentario alguno.
–¿Quieres beber algo? Te invito yo –dijo con ademán de levantarse. Ella le hizo un gesto con la mano para que no se molestara y se incorporó a la breve cola para pedirse un chai latte mediano. Regresó a la mesa con su bebida caliente y un sobrecito de edulcorante. Él siguió en silencio mientras vaciaba el sobrecito y removía con la cucharilla, y eso le confirmó las dudas de cuánto necesitaba hablar con ella. Algo debía de andar mal.
–¿Sabes que ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que nos vimos? –dijo para romper el hielo
–Yo tampoco. ¿Un par de semanas?
–No, tiene que ser más. ¿En el cumpleaños de Lucas, tal vez? Y eso fue a principios del mes pasado.
–¿Un mes ya?
–Sí… en fin. Que sepas que le encantó tu regalo. No ha parado de jugar con él. Le dije que te vería hoy y me preguntó cuando vendría a jugar tío Cameron a casa otra vez. Así que ya sabes. –El hombre sonrió pero pronunció palabra alguna. –¿Cómo estás, Cam? ¿Qué sucede?
–Estoy bloqueado –dijo él. –No sé qué me pasa.
–¿Es trabajo? ¿Es personal?
–Ambos supongo.
–Entonces tiene que ser Amy. ¿Qué ha pasado?
–Nada, estamos bien. –Al ver la expresión en el rostro de su hermana se vio obligado a añadir algo más. –Estamos bien, de verdad. No es eso.
–Pues, ¿qué es?
Se le escapó un suspiro. La hora de hablar del tema había llegado. Y las palabras salieron por fin de su boca y de su pecho. —El tema es que hay esta chica…