A ti, que no sé si leerás esto, solo quiero decirte que te quiero. Claro y conciso. Directa. Así soy yo.
En qué momento mi mente decidió que era mejor olvidarte, que era mejor pasar página. Mi corazón sigue diciendo que eres tú, que pase lo que pase, nunca cambiará de opinión.
Y yo, mi ser entero, desde la cabeza hasta los pies, sabe y siente que así es, que eres tú.
No importa lo que pase, no importa lo que dije, lo que escuché… Sólo importa lo que sentí, lo que siento y lo que sentiré siempre.
Quizás pienses que he vuelto a contruir esa maldita barrera y, en parte, puede que tengas razón. Hace poco más de un año yo misma la derribé sin darme cuenta, y tú me ayudaste, recuerdo como los dos cogimos el pico y la pala y, día tras día, picamos de sol a sol para que ese muro dejara de existir. ¡Hasta haciendo eso disfruté contigo!
No diré «era todo bonito» porque ha habido momento de todo tipo: divertidos, excitantes, agobiantes, tristes, de risas, de lágrimas, de echarnos de menos, de querer apagar el móvil… Pero, ¿sabes qué? No cambiaría ni un solo segundo vivido contigo por otro distinto.
Me dolió comenzar a tirar sola del carro, ya lo sabes, me salieron callos en las manos pero seguí tirando de él, sin fuerza física pero con toda la fuerza interior del mundo. Y seguí. Pero un día, sin saber el motivo y sin darme cuenta, miré hacia atrás y vi el carro debajo de una sombra, solo, lejos de mí. Y ahí me di cuenta de que me había rendido.
Hemos sido valientes los dos (perdón si un día te dije lo contrario), quizás yo he sido más decidida, que sé que no es lo correcto pero tampoco lo incorrecto, cada quién actúa como siente o piensa. Quizás el miedo frenó las cosas, para seguir con ello teníamos que hacer muchos cambios en nuestras vidas. A mí no me importaba, de hecho me apetecía. Por estar a tu lado, el resto dejaba de tener importancia. Pero al parecer tomamos caminos distintos. Y es curioso, porque aun caminando cada uno por un sendero, jamás nos hemos separado.
Recuerdo la leyenda del hilo rojo, para algunos chorradas, para otros historietas sin más, pero para mí toda una revelación. Es como si, aunque quisiera alejarme, no pudiera. Sí, sé lo que estará pensando mucha gente. «sí puedes», «todo está en tu mente», y mil cosas más. Y sí, sé que puedo, el problema es que no quiero. Estemos como estemos, no quiero vivir mi vida sin que formes parte de ella.
Hoy me siento cansada, y todo lo que digo me lo planteo. Estoy confundida, la vela se ha apagado pero, como ya te dije hace unos días, solo necesitamos un mechero (cargado de gas). Los dos.
¿Sabes? Lo único que quiero es que me vuelvas a enamorar, que vuelvas a hacer aparecer la magia. Yo quiero hacer lo mismo contigo, pero he sido la «primera» en intentarlo tantas veces que necesito ver un poquito de ti primero. Jamás te lo exigiría, solo son pensamientos. Sólo es lo que me gustaría. Sólo es lo que me haría hoy feliz. Hoy aún no he sonreído como siempre me pides.
Solo quiero gustarte a ti, solo quiero quererte a ti, solo quiero amarte a ti. Pero sé que cuando las cosas no son recíprocas, ese querer se marchita y no quiero que eso suceda.
Te he dicho que no siento lo mismo cuando en realidad mis sentimientos están igual que siempre, solo se han apagado pero siguen ahí. Es cierto que no me siento de la misma manera que antes contigo porque no termino de confiar. Necesito volver a tener fe en ti, en mí, en lo de los dos. Porque aunque pienses que no, o hayas creído alguna vez que no, yo sé que hay algo, lo mismo que hubo, y que siempre lo habrá.
No me quieras un día, y al siguiente me hagas sentir indiferente o poco importante, por favor. Nunca pensé que diría esto, pero prefiero la constancia.
Miedo, no paralices a nadie, por favor. Ya hemos aprendido la lección. Ahora, dejémonos llevar, pero de verdad, que no queden solo las palabras. Demuéstrame, vida, que el hilo rojo no se puede romper.
Para ti, como siempre, desde muy adentro.