O lo que es lo mismo, he dejado boquiabierto a mi ligue con mis bragas de cuello alto. En la vida me había pasado tal cosa, si es que todavía estoy que no me lo creo.
El tema es que después de muchos días de charloteo quedamos en persona este mozo y yo, y una que quiere lucir vestidazo pues me puse una bragas de esas que tanto te sirven para taparte el chumino como para comprar 3 kilos de patatas. Me recogí muy mucho cada lorcita y me fui muy digna a la mi cita.
Resultó que las cosas se pusieron divertidas y después de unos vinos este chico me propuso que nos fuésemos juntos a jugar a la brisca. Llegamos a su casa y como no tenía naipes pues decidimos que era bien enrollarnos y eso. Y en medio del sobeteo me empieza a meter mano debajo del vestido que no dejaba nada a la imaginación y entonces me acuerdo de que mis bragas no son precisamente lo más erótico del mundo pero me dejo llevar porque veo al muchacho muy por la labor y yo no soy quién para negarle a nadie el darme placer a manos llenas.
En esto que me quito el vestido en plan erotismo absoluto y veo que el tipo se queda mirando directamente a mis bragas, me da la risa y le digo que el que algo quiere algo le cuesta y que ese vestido con otra ropa interior ne pas posible. Me sigue mirando y empieza a descojonarse vivo y yo allí con mis bragas color hueso feísimo sin perder la dignidad. Pues entonces me pregunta cómo se me ocurre tener una cita e irme con tremenda carpa de circo puesta, que tengo que tener más dignidad.
¡Dignidad dice el tío! Para digna yo, que me puse de vuelta mi vestido y lo dejé allí más empalmado que el mástil de un barco. No nos llega con tener que aguantar críticas contra nuestros cuerpos, nuestros pelos corporales… que ahora también tenemos que cumplir con nuestra ropa interior, ¡tócate los cojones Mari Lolis!