Telita. Bueno a mi toda la vida me han llamado gorda desde una punta de la esquina a la otra que estaba yo con mis amigas tranquilamente comiendo pipas. Esto cuando tenia 10 hasta los 20. De forma constante. Creo que el peor día fue cuando el chico q me gustaba me llevo en moto a casa a recoger unas llaves y sus amigos nos siguieron con otra moto. Cuando entré en casa a coger las llaves, sus amigos empezaron a decirle q si le había roto los amortiguadores,
Él me defendió todo el rato, ni siquiera quise volver a subir en moto para que no continuaran mofándose pero él me cortó el camino hasta q me subí.
De esto hará lo menos 15 años (ahora tengo 31) y aún me viene q la cabeza de vez en cuando.
Nunca sabía qué hacer ni dónde meterme.
Creo que la gente dejó de meterse conmigo hará unos 7 años que me vine a vivir a Londres, y aunq algún subnormal me he encontrado, generalmente la gente no me dice nada, y hasta me he atrevido a ponerme pantalones cortos (este está siendo el primer verano de mi vida que me ellos no estoy poniendo) y pienso seguir haciéndolo cuando vuelva a España ten sábado por vacaciones. ME NIEGO a seguir cociéndome por miedo a q vean lo gorda q estoy o por miedo a q me insulten.
Vivir en Londres me está enseñando, entre otras muchas cosas, que el mundo está lleno de personas diferentes, y que no pasa nada por ser gorda o no gorda.
Si tenéis la mala suerte de encontraros con alguien que os diga algo así, tenéis que recordar que posiblemente esa/s persona/s tengan otro defecto mucho más grave. LA MALA EDUCACIÓN, y eso, queridas amigas, a ciertas edades no se cambia. Tenéis que cambir vosotras-IGNORANDO.
Un Amazon enorme de una gorda con que acaba de asumir que lo es.
Love you

Yo he estado haciendo unas promos en un hiper, de productos con almendras, hasta ahí todo guay. Yo, como han dicho antes, soy una gordibuena, aunque cuido lo que como, no por estética, sino por salud. Pues, una pareja que se acerca, ella que va a coger, la frase del chico: tú no. Yo le digo, tiene alergia? Y me salta: no, es que está gorda, no la ves?
Mi cara era un poema. Antes de que pudiera reaccionar, ya se habían ido.
Lo siento, pero yo no aguantaría que mi pareja, le soltara algo así, delante de nadie, ni en privado. Un saludo.

Me gustaría agregar que no sólo a las chicas nos agobian con esos comentarios imprudentes y groseros, sino también a los chicos. Mi chico no es gordo mide 1,80 y pesa 90 kilos. Pero tiene un familiar (una hermana de su madre) que siempre jode con eso, es vernos llegar y decirle «oye pero que gordo estas» «has subido mucho de peso» así sin más, frente a mi, frente a todos. A mi chico no le afecta,al menos eso me dice pero yo se que a nadie le agrada que le suelten algo así y menos sin solicitarlo. Yo le he respondido en varias ocasiones a la tía está, le he llegado a decir «primero hay que verse en un espejo antes de criticar» o cosas así. Es que me parece que no hay que quedarnos calladas ante esas situaciones, las personas deben enterarse que nadie les está pidiendo su opinión. Al leerlas me doy cuenta lo mucho que nos daña esas palabras. Así que ánimo y no se queden calladas.

Tendría 13 años cuando estaba en un Zara probándome unos pantalones de la seccion de chicas,talla 42 pq creo q a esa edad aun medio me cabía la 42 de zara, cuando desde el probador escuche a un grupito de chicas de la cola del probador riendose y diciendo.. «¿habra reventando los pantalones esa gorda?» me puse a llorar mientras me quitaba esos asquerosos pantalones que ademas me quedaban fatal y cuando salí de allí me dijeron, esque aquí no hay ropa para ti pq estas gorda, no hace falta q busques.. aun recuerdo sus caras de mofa…

Yo tengo para repartir:

Cuando era pequeña, no comí porque estaba nerviosa por participar en el baile del colegio en el que casi no participo porque la profesora de gimnasia me dijo literalmente: “estás gorda y haces feo”. Quiero aclarar que tenia 9 años… pero no, no me eché a llorar y cuando surgió la oportunidad de hacer de “figurantes” me apunte para participar, así que terminé siendo la cantante. Como la cosa era joder por joder, yo, que no había comido en todo el día, me estaba comiendo un bocadillo de tortilla y va la muy… (insertad aquí el calificativo que os apetezca) de gimnasia y cuando me ve y me dice: “luego te quejarás, que mira como te estás poniendo”. Yo… que veo la tortilla de patata en foto.

En mi infancia tenía una señora espía en los cumpleaños a los que estaba invitada y me perseguía por ahí para ver qué comía y reñirme. Al final dejé de ir a muchos cumpleaños. La cosa tampoco se solucionó mucho porque tenía espías hasta en la sopa y la madre de una “amiga” llamaba por teléfono cada vez que quedábamos (ya éramos más mayores, de 13-14) para decirle todo lo que supuestamente había comido, que en realidad es lo que había comido su hija. Finalmente se descubrió el pastel porque a la cría le dio un jamacuco por cómo tenía el colesterol.

He de decir que estaba “acostumbrada” a estas mierdas, pero lo triste es que casi el principal motivo para perder peso terminó siendo el de ganar paz interior. El de darle un mordisco a una hamburguesa de vez en cuando y que nadie te diga mierdas, que hasta mi madre siempre se cabreaba, porque decía que justo el día después de mogollón de tiempo que coges y te vas a comer guarradas para darte un homenaje, hay alguien que te pilla en el sitio y te dice: “claro, así estamos…”. Bueno, coño, ¿y tú qué haces aquí, guarra? Porque a estos sitios no viene uno a quitarse los padrastros que yo sepa, que todos venimos a comer, y no precisamente de ligerito.

Lo que tenéis que entender es que esto lo hacen los que yo llamo “vampiros emocionales”. Son gente que se dice a sí misma: “buf… estoy en la mierda… pero eh!, menos mal que no estoy gorda como esa, tengo que hacérselo notar porque parece muy feliz, ¡incluso más que yo! ¿Como puede? Debería estar en la mierda!”.

Aún hoy en día tenemos trolls que nos miran el carro de la compra y nos vienen con rollos en plan: “pero eso engorda!”
Eso me lo hizo una desconocida amargada en el Mercadona con los plátanos y a una señora le contesté: “¿quien dijo que me los iba a comer?”