Este es el problema en este país, que nadie le paró los pies ni nadie te apoyó. Le ríen las gracias a los que acosan y se creen divertidos e intocables. Los borregos que te miraban seguramente pensarán esto de «no va conmigo, conmigo no se meten, … yo es que soy así de guay y a mí me respetan. A ese gilipollas, le tendrían que dar un par de hostias, se las tiene muy merecidas y otras a los subnormales que lo apoyan. Y luego un uuy to estoy contra el acoso. La cultura de la humillación existe en este país y tú no debes de sentirte humillada pues los gilipollas son todos, los que insultan y los que le rien las gracias ( quizás porque no tienen lo que hay que tener ….para defender a los que han sido humillados y enfrentarse con los matoncillos pues le tienen miedo) tú con la cabeza bien alta.

Que rabia me da estas cosas, siento que te pasara, yo no se que habría hecho en esa situación, entiendo que te quedaras en ese momento pillada, el resto de la gente que estaba allí daban asco, yo también peso casi 100 kilos, y no me han faltado comentarios no pedidos con amor, por supuesto insultos desde coches y demás también. Duele siempre duele aun que aveces sencillamente pasamos pero se queda dentro, no nos lo merecemos, eres fantástica , todas/o los somos así que te mango un abrazo muy fuerte .

Para la próxima vez, te paras, le haces un calvo y sigues adelante. Que vea de dónde sale el espécimen ese!
Y arriba esa autoestima, que es lo de siempre, acomplejados que no pueden sobrevivir al rechazo de una gorda ni ver gordos felices. El problema es de ellos, que están acomplejados porque no logran ser felices

Te voy a contar una historia que viví el fin de semana pasado. No te va a ayudar a sentirte mejor de la experiencia asquerosa que viviste, pero quizás te dé una persoectiva de cómo somos en este país.
Acabo de volver de Alemania. Allí las entradas al metro no tienen tornos, pues cualquier ciudadano que ve a otro haciendo algo mal se enfrenta a él. Iba saliendo del aeropuerto y un señor “con pinta de estar perdido” intentaba entrar por un sitio no permitido. Yo me creo muy justa y muy racional, pero yo en un país extranjero no me sentí con autoridad suficiente como para decirle a un hombre que estaba haciendo algo mal. Pues llegó un joven (muy joven!) japonés y se puso a regañarle al señor. “Que no, que no. Que usted por aquí no pasa”. Y el señor no tuvo más remedio que darse la vuelta y buscar a una autoridad real que le permitiera hacer lo que intentaba hacer.
A lo que voy es que en España somos lo menos cívico de este planeta. Que somos capaces de ver a alguien sufriendo, o humillado, o haciendo algo que no debe, o lo que sea, Y NO HACER NADA. No eras tú, es la sociedad podrida en la que vivimos. Siento mucho lo que has vivido.