En general, nunca he sido miss autoestima. A los 17 descubrí mi sexualidad y la afronté de verdad. Conocí a mi ex entonces, a distancia, y lo que empezó como una amistad culminó en 4 años de relación. No siempre fue fácil, pero éramos dos novatas enamoradísimas que por fin salían del armario de la mano. La relación desde el principio fue muy intensa, la distancia, la homofobia de mis padres, la edad. A día de hoy no sé cómo lo soportamos cuando casi todo lo que nos venía era horrible.
Ella era todo lo que yo nunca fui, y no ya porque la esté idealizando. No teníamos nada que ver obviando las bases, ella era segura, directa, muy fuerte, con pocos miedos a las espaldas, desinhibida y bastante chulesca, en el mejor sentido de la palabra. Nunca pensé que fuese a ser mi prototipo y sin embargo ahora creo que habría sido inevitable enamorarme de ella.
Estuvimos dos años viéndonos poco, y cuando pudimos vernos más a menudo llegó mi miedo. No sé, quizá ser consciente de que estaba tan pillada, verme ahí, con una relación avanzada y tan vulnerable ante ella hizo que me entrasen unos celos y unas inseguridades aún mayores. Miedo al abandono, a que me rompiesen el corazón. Efectivamente, ley de la atracción. Después de un verano lleno de celos, de peleas absurdas y de mi mal humor, me dejó.
Os puedo jurar que aquella vez, cuando me dijo que no sabía si estaba enamorada, me rompió el corazón. Ya era muy tarde para remediar mis cagadas y mi dependencia. Lloré 3 meses y rogué las primeras semanas, pero ella siempre fue más decidida que yo. Lloré como una condenada y me vi como nunca. Realmente me di asco, dependiendo enteramente de ella. No es que ella tuviese la culpa de ello, quiero decir. Obviando posibles idealizaciones por el aprecio, ella siempre veló por mí mucho más de lo que yo lo hacía.
Perdí la sonrisa, las ganas de seguir, la motivación. Solo quería que volviese. Lloré y lloré y es cierto que aprendí en cierto momento a dejar mis inseguridades y celos, los enfados absurdos. Me prometí que la próxima vez lo haría bien.
3 meses después, la llamé para saber de ella. Me dijo que me quería, y aunque estaba reacia al principio, volvimos tras quedar de vez en cuando y tantear un tiempo. Os prometo que sentí que me volvía la vida al cuerpo (mal error).
La relación con ella era fantástica, en resumen. Me cuidaba, quería, siempre me sentí con ella bastante arropada. Era mi soporte, mi pañuelo, mi coraje y mis ganas de mejorar. Supongo que ese era el problema, que lo era todo. Ella siempre me quiso de una manera más racional. Sentía que me quería, pero no tenía mi temor a que acabase.
Hace 1 semana me dejó después de 2 años, ahora sí, de estabilidad y amor. Estuvimos de acuerdo, y sé de primera mano que le dolió tomar la decisión. Sé que me quiere, pero también pienso que aunque ahora yo no viese errores de fondo tan evidentes como en la otra ocasión (yo mejoré increíblemente), mi entrega y dependencia a veces era evidente, aunque yo fingiese que no era así. Creo que generé demasiada presión sobre sus hombros, esa presión por sostenerme siempre. Entiendo que necesite estar sola, porque según me dijo, a veces dudaba de esto. No de quererme, sí de querer seguir, de estar tan enamorada como para nunca tener crisis en las que barajase si era mejor parar después de 4 años.
No rogué, de todo se aprende. Yo ya no quiero que vuelvan así. Siento que esta vez sí es el final, y lo entiendo, lo acepto. Pero estoy muy enamorada y vuelvo a sentir que soy una gilipollas ridícula que no tiene el mínimo amor propio para vivir sin sentir un hueco sabiendo que ya no estará ella. No así, al menos. Sé que no voy a ir detrás, pero la quiero, la quiero muchísimo. Ha sido mi primera en todo y me siento vacía. No sé si idealizo o no, si es dependencia o no, porque la cabrona no me ha dado un puto mal recuerdo al que agarrarme para pasar el trago sin tanta angustia. Me siento perdida. Necesito quererme. Me da miedo no conseguirlo, me da miedo nunca superarla, me da miedo no volver a sentirme tan enamorada como lo estoy de ella, porque no me puedo imaginar con nadie más.