Se ha ido a vivir con un señor que le saca más de 20 años, es un sugar daddy en toda regla. Le deja vivir en su casa sin pagar alquiler, le sabotea para que deje todos sus curros y dependa de él económicamente, le obliga a follar cuando no quiere y se drogan muchísimos días a la semana.
Se conocieron en Chueca hace casi un año, a los dos meses ya estaban viviendo juntos y al principio todo super bonito, señor mayor que le da el oro y el moro, hacen planazos todo el rato y se mete en una especie de película.
Acuerdan poder incluir a gente dentro de la relación, se llevan a casa a chavales para hacer tríos/cuartetos/orgías y siempre hay drogas de por medio, se meten pastillas para ‘sentirlo todo más’ y se mete en una vorágine de sexo+drogas de la que no sabe cómo salir.
A nosotras no nos cuenta nada porque se siente mal, se siente sucio, se muere de vergüenza, nos miente descaradamente y acaba por aislarse. Ayer lo vimos después de semanas, salimos de fiesta y cuando íbamos medio pedo nos confiesa a llanto vivo por lo que está pasando, que ya no sabe follar sin drogarse, que si no se mete algo no se le levanta, que quiere salir de esa casa pero no sabe cómo, que debe 500€ a otros maricones… Nosotras nos quedamos de piedra, encima a mi me sale el ego asqueroso y lo inculpo de no habernos contado nada, de no confiar en nosotras, de ser un mal amigo.
Quedé con él a la mañana siguiente, le pedí perdón, escuché la voz de mi psicóloga en mi cabeza e hice lo que tenía que hacer. Entender que cada uno tiene su parcela y yo no tengo que meterme en la de nadie a decirle cómo la tiene que organizar. Lloramos juntos, nos abrazamos fuerte, nos pedimos perdón mutuamente y hablamos de cómo puede salir de ahí….. y no llegamos a ninguna conclusión clara.
Está enganchado, dice que no puede dejarle, que sabe que está mal, pero que es todo lo que tiene. Al parecer en el mundo gay esto es más común de lo que creemos y yo solo quiero llorar de la impotencia de verle así.