Reproducimos testimonio de una seguidora:

Este es un recuerdo que tengo muy claro, pero cuando confronto a mi madre siempre lo niega.

Yo debería tener unos 4-5 años, me iba con ella a distintos sitios, generalmente los típicos mercados del pueblo o mercados artesanales donde montan paraditas. Siempre eran sitios que no tenían alarma o cámaras para poder detectar lo que estábamos haciendo.

Primero nos dábamos una vuelta a ver si había algo que a ella le gustase. En los mercados artesanales, normalmente eran joyas, gemas, bolsos o alguna cosa llamativa y que fuera cara. En los mercadillos del pueblo, pues depende, había veces que era ropa, otra, zapatos, algunos complementos y en una ocasión, un queso.

Después de la primera vuelta de reconocimiento, me decía qué era lo que le interesaba y hacíamos un poco de sitio en el carrito de juguete que yo llevaba. Dependiendo de donde estaba lo que queríamos coger y si era muy grande o no, hacíamos una cosa u otra.

Había algunas veces que yo me ponía cerca de la paradita en cuestión y ella se ponía en el lado opuesto y un poco alejada a gritar ayuda. Cuando todos se giraban, yo cogía lo que fuera, lo metía en el carro y lo tapaba con la manta. Esto lo hacía muy rápido, el tiempo justo para que mi madre siguiera gritando “se ha perdido, por favor, se ha perdido, mi niña se ha perdido”. Entonces todas las miradas volvían hacia mí, me preguntaban si era mi madre y, muchas veces, las mismas personas a las que había robado, me acompañaban de la mano hasta mi madre, que fingía muchísimo alivio al encontrarme y nos íbamos de allí enseguida.

Otras veces ella generaba alguna distracción, como encontrarse mal o gritar un nombre inventado como si fuera el mío, yo cogía y guardaba lo que fuera y entonces iba hacia ella, que me regañaba un poco por haberme alejado.

También lo hacíamos al revés, a veces ella llevaba el carrito como si yo me hubiera cansado de llevarlo y me hacía ponerme en algún lugar visible a gritar triste “mama, mama”, cuando la gente miraba, ella se llevaba lo que fuera y entonces venía corriendo hacia mí para abrazarme.

Creo recordar que nunca nos pillaron, para mí al principio era como un juego, pero luego empecé a ver que estaba mal y no me gustaba hacerlo. Un día fuimos a un mercadillo y ella quería una cartera de una parada, le dije que no quería hacerlo más y se enfadó, me dijo que esta sería la última vez, que me lo prometía, pero que esta vez debía hacerlo. Lo hice y nunca más volvimos a hablar de ello.

De más mayor, alguna vez lo he comentado con ella y ella siempre lo desmiente. Me dice que lo recuerdo mal, que sí que es verdad que íbamos con el carrito y que algunas veces guardábamos cosas dentro para no llevarlas en la mano, pero que jamás hemos robado y que por supuesto nunca me usaría para eso.

Claramente, me hace gaslighting. Yo recuerdo muchas ocasiones así, es verdad que tengo algunos recuerdos difusos, pero es que recuerdo hasta las estrategias, los objetos y las maniobras que hacía para envolver rápido lo que fuera en el carrito. No tengo manera de demostrar nada y tampoco es que quiera, pero me da mucha rabia que no lo acepte y me deje a mí de loca porque ahora tiene sentimiento de culpa o porque le da vergüenza admitir lo que hacía.

Al menos que yo sepa, esto no me ha generado ningún trauma ni me ha hecho sentir mal ni nada. Creo que hubiera sido diferente si me hubieran pillado alguna vez y entonces hubiera tenido ese momento de sentirme traicionada por mi madre, por meterme en ese lío. Pero yo era muy pequeña y tampoco tenía claro lo que estábamos haciendo, solo que no nos debían ver.

En cualquier caso, hubiera agradecido sinceridad por parte de mi madre. Ya somos adultas y creo que podría haber entendido lo que me contara. Que me mienta solo empeora la situación, porque estoy convencida de que son recuerdos reales y lo que hace es mentirme a la cara.

Ya no le saco el tema, he dado por hecho que nunca va a contar la verdad y yo tengo claro lo que pasó, así que tampoco lo necesito.