Vengo súper enfadada, no sabéis el cabreo que llevo encima. Literal vengo de gritarle a todas mis amigas que no entiendo de qué coño van.
Vivo con mi novio en un pueblo de Valencia, pero yo soy de Jaén. Llevamos juntos más de ocho años, estamos embarazados y me vive a vivir aquí hace tres. Amo a mis amigas de toda la vida, las echo de menos cada día que pasa y a veces me planteo cómo sería mi vida cerca de ellas, pero esta vez se han pasado de la raya.
Han cogido un autobús, han cerrado un restaurante y han organizado una baby shower con DIECIOCHO personas, más mi chico y yo.
Él me ha montado al coche, yo pensaba que íbamos al mercadona, de repente ha parado en el bar, me ha pedido que baje, me ha tapado los ojos y yo pensaba que me iba a invitar a un gofre de nutella (llevo una semana con antojo) y para mi sorpresa, me he encontrado en una habitación con veinte personas a las que llevo sin ver meses y no tengo ni idea de qué han estado haciendo en su rutina diaria.
Salve decir que aprecio el detalle, que me parece precioso que quieran sorprenderme y demostrarme que me quieren, pero a dos meses de dar a luz y con el COVID ahí fuera lo único que necesito es exponerme y dedicarme a darle dos besos a una veintena de personas.
Encima llevo un jaleo con las hormonas horrible y me he puesto a gritarles ahí en medio hecha una loca y a preguntarles si creían que era necesario.
Ahora mismo estoy llorando mientras escribo esto, pero es que lo pienso y me enfado, ¿de verdad era necesario ponerme en esta situación tan incómoda?
Que yo soy la primera que hubiera organizado hasta una despedida de maternidad, pero es que justo ahora no es el momento, tenemos todos los pueblos de alrededor confinados, las cosas están fatal y yo llevo cuidado extremo por mi y por la peque que está en camino.
Ahora tengo que llamar y pedir perdón a todo el mundo, menudo cuadro