A mi marido si le preguntas te dirá que lo prefiere depilado, mi asunto pasa más tiempo cubierto de pelo que sin el, y jamás me dijo nada (y que ni se Le ocurra) es más se ríe cuando se da cuenta que mis pelos de las piernas son más largos que los suyos. Podemos preferir algo pero eso no impide que la ausencia de ese rasgo nos dé asco o como quieras llamarle. Mis amigs prefieren los tíos depilados y a mi meDan grima

Respecto a este tema solo diré que me he pasado la vida entera (desde los 11 hasta hoy, con 22) terriblemente acomplejada por el vello. No hay día que no piense que soy un error, que no soy como las demas chicas y que ojalá serlo. Sé que está mal pensar así, que el vello es solo eso, vello, y que es natural que lo tengamos tanto hombres como mujeres. Pero claro, ahí es cuando viene la sociedad y ZAS, te da una hostia de realidad. Desde pequeña recuerdo llorar pidiéndole a mi madre que me llevara a depilarme las piernas, porque en el cole veía a todas las niñas y me sentía el patito feo, con mis pelos en las piernas y encima un poco de sobrepeso. Fui creciendo sintiéndome asquerosa, inquerible, un monstruo. Me decoloraba los brazos (parece que si el pelo es rubio ya socialmente es otra cosa), me depilaba constantemente las piernas y deseaba que la tierra me tragasa cada vez que algún conocidx de la familia me decía “uy, eres velluda eh?!”. Yo asentía, sonreía y aguantaba el tirón y las ganas de llorar. Puede que muchxs no entiendan esto, lo que se sufre, que penséis que es una tontería, pero os aseguro que os mina tantísimo la autoestima y la seguridad en una misma… 11 años de mi vida depilándome compulsivamente, odiando la palabra velluda, ocultando mis brazos incluso en pleno verano, para no sentir miradas, para no sentir rechazo, decolorándome entera, porque ya no soportaba el vello en ninguna parte de mi cuerpo por muy normal que fuera.
Toda mi vida me he sentido mal hecha, asquerosa, que no merecía a nadie que me quisiera de verdad, pero no es verdad. Yo no soy esa. Eso es lo que la sociedad dice que soy. El camino de la aceptación es largo, quizás más de lo que ahora mismo sé y he aceptado. Es duro, a día de hoy me cuesta enfrentarme todavía a ello. Pero la vida me ha dado un zasca precioso y es que tengo un novio que me anima y me empuja a dejar la depilación (que aparte de traumático para mí me hace daño físico puesto que me lleno de ronchas y me escuecen las zonas durante días) a vivir con pelo y a lo loco, que ha conseguido que me sienta digna de querer (breve inciso: el amor propio es un camino como indica su nombre, propio, debemos recorrerlo en la dirección correcta y por nosotros mismos, aunque a veces tengamos la suerte de sentirnos reforzados y animados gracias a una pareja excepcional), que me ha enseñado que el pelo es solo pelo, que mi fobia se relaje y que yo me haya tomado un respiro y una tregua conmigo misma. Ahora he dejado la cuchilla y la decoloración de lado (y la cera, de lo que me llevo experiencias cercanas a la tortura). Ya no pienso constantemente en el vello e incluso a veces salgo sin depilar, el falda o pantalón corto, y me siento fuerte, empoderada y libre. La sociedad me ha llevado a odiarme tan tan fuerte que ahora siento que le estoy haciendo un corte de mangas y diciéndole “ya no me creo tus mentiras”. Sigo sintiendo animadversión hacia el vello, pero creo que es un proceso, que son años de malas experiencias, dolor físico y emocional. He crecido con ello. Cuando empecé a salir con mi novio, habíamos creado una confianza tal que podíamos compartir nuestros secretos más grandes y nuestros complejos jamás revelados. Yo hablé sin parar, lo eché todo de dentro como una gran mierda que me estaba pudriendo por dentro y no pude evitar llorar. Lo que me demostró y lo que aprendí y aprendo con el me lo quedo para mi. Y no, que no me malinterprete nadie, no me siento agradecida con él porque acepte que soy un ser humano y tengo pelo en el cuerpo, nunca podría agradecer a alguien que me aceptara y me quisiera porque no me pasa NADA, no tengo ninguna tara, no estoy defectuosa, no soy un monstruo. Soy una chica de 22 años, gordita y con vello, que día a día recorre el camino de la aceptación y del amor propio, de la superación, que ha dado sólo los primeros pasos, aún tiene muchísimos por delante. Gracias a mi novio y al feminismo me he liberado a mi misma de una mochila que llevaba a las espaldas y me estaba matando. Me he reiniciado, me he puesto en marcha. Me pongo en pie de guerra contra esa sociedad que me dice que doy asco, que soy una guarra por no depilarme o porque simplemente me crece pelo en el cuerpo, que debo taparme los brazos para no molestar a nadie con mis pelos, que no merezco el amor y el deseo de un hombre. Que os den a todos los que un día me hicieron sentir mal por ser un ser humano, a mí y otras personas. Pero que os den amor, que es lo que os falta. Al final he aprendido a sentirme bien conmigo misma, aunque a veces cueste y en la tele salga una señora depilándose los pelos inexistentes de las piernas y la ropa de Inditex en su mayoría no me sirva porque los cánones de belleza me dicen que estoy fuera, que adelgace. He pasado casi toda la vida sufriendo, y me da pena que haya otras niñas como yo creciendo en esta sociedad tan ruin, y sintiéndose como yo me sentía. Ojalá seáis fuertes, ojalá sepáis a tiempo que soy todas preciosas y que no tenéis nada malo. Yo hoy he dejado atrás a otra persona y me he conocido, tengo un novio que me ama y al que amo con todo mi corazón, que un día me dijo “es sólo pelo, mira, yo también lo tengo, por todos lados, ni si quiera he reparado todo mi vida en ello, siento que os hayamos hecho sentir fuera de lo normal, pero lo que quiero decirte es que te pongas esa falda y salgas a la calle sin asco ni miedo porque eres un bonito ser humano”. Ojalá no tuviese que haber llegado tan lejos para pensar como pienso hoy. Empecemos desde pequeños, madres, abuelas, hermanas, tías, a educar, a reforzar, a amar. Siento el tostón de mensaje, pero me tocó de lleno. Saludos, os leo mucho y sois como una pequeña gran comunidad de amigas que se ayudan entre sí, lo cual hace mucha falta. Besetes.