Yo cuando he tenido follamigos he tenido una relación de amigos. Es decir, por ejemplo con el que tengo ahora hablamos a diario, nos lo contamos todo, hacemos muchos planes fuera de la cama. Simplemente no me veo ni viviendo con él, ni como padre de mis hijos, ni envejeciendo con él ni nada de eso. Es una relación de aquí y ahora, sin los compromisos de futuro que implica una pareja, y por eso mismo con la opción de que si uno de los dos encuentra a alguien con quién sí quiera ese futuro pues se quita el término «folla» y se sigue de amigos. En cambio hay gente para la que las dos únicas opciones de relacionarse con otra persona son o el anillo pa cuando o te echo un polvo y me voy casi sin dirigirte la palabra. Y hay gente para la que acostarse con alguien con quien no tienes planes a largo plazo es un sacrilegio.
Las normas en una relación no las ponen las etiquetas, las ponen las personas. Si a los dos os apetece hacer X, no tenéis que dejar de hacerlo porque la ley sagrada de los follamigos dice que no se puede. Así que el problema no es lo que se hace o no se hace, es que igual no queréis hacer lo mismo. Y ahí es donde te toca tener una conversación.