Aquí os dejo la quinta parte de mi priemr relato. Espernado que os guste…
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Tras empezar a leer mi diario, lo cerré de golpe y me puse a recordar. Me tumbé en la cama pensando en ese día, en ese sábado que íbamos a celebrar el cumpleaños de mi abuela. De hecho, lo celebramos pero no de la manera que yo había imaginado. Tenía aquel día grabado en mi memoria. Yo que pensaba que mi fin de semana iba ser relajado y familiar.
Siempre acudíamos toda la familia a casa de la abuela y nos poníamos de comer hasta reventar. Mientras los mayores no se movían de la mesa, los primos siempre solíamos atacar el armario del chocolate mientras veíamos una peli todos juntos o jugábamos algún juego de mesa para pasar la tarde. Esa tarde nos habíamos quedado todos los primos en su casa, como todos los años pero parece que yo era la única que no había hecho planes después. Nunca los hacíamos…siempre disfrutábamos en el jardín todos los primos juntos mientras los mayores se reunían dentro de casa.
Ese año fue diferente, mi hermana días atrás preguntó a mis aitas si podía llevar a un chico a la celebración. Así que ya éramos uno más, no sólo los de siempre. Dos de mis primos habían empezado ese septiembre la universidad y estaban locos por salir de juerga. Y luego estábamos mi prima y yo, de la misma edad…un par de años más pequeñas. Ella quería también salir de fiesta porque acababa de terminar los exámenes de recuperación (sí, los exámenes antes se hacían en septiembre y te tenías que pasar todo el verano pensado en que tenías que estudiar y lo hacías los tres días antes del examen).
Así que allí estábamos los cinco primos y el novio de mi hermana, tirados en el césped de la abuela, bebiendo cerveza, jugando a un juego de mesa y desternillándonos de risa. No era el primer año que bebíamos alcohol, los mayores solían hacer la vista gorda porque siempre volvíamos a casa con ellos. Ese año sería diferente. Ese año decidimos salir todos juntos.
Los chicos querían ir a una fiesta universitaria que organizaban en un local y el novio de mi hermana propuso ir a un bar donde habían quedado los de su equipo de fútbol. A mi prima eso de ir donde había chicos deportistas le moló bastante y a mí, sinceramente, me daba igual por donde salir. Yo que ya me había bebido un par de cervezas y, con la falta de costumbre, sólo quería bailar y pasármelo bien.
Tras una votación ganó el bar y decidimos ir todos juntos allí. Yo lo primero que tuve que hacer era pasar por el baño, el alcohol empezaba a hacer sus estragos. Allí me encontré a una compañera de clase, resulta que estaban los de mi clase por ahí. Qué ilusión! Así podría presentar a mi familia y coincidir con mis mejores amigas.
Al salir del baño, me di cuenta que me había dejado mi jersey y volví corriendo…no sé en qué momento tropecé y antes de llegar el suelo alguien impidió que me diese de bruces.
Levante mi mirada y era él. En aquel momento era sólo el chico nuevo de clase, el chico repetidor que era más mayor y que parecía que pasaba de todos y de todo. No sé si fue el alcohol, el que aún me sujetaba por mi cintura pero nunca me había fijado en sus ojos. Esa fue la primera vez que nuestras miradas se cruzaron.
Tenía una mirada penetrante, como si me intentase ver por dentro…todos mis pensamientos. Mientras me rodeaba con su brazo para que no cayese, fue como si se hubiese parado el tiempo. Yo me sentía torpe y esa mirada me hacía hacerme pequeñita entre sus brazos. Pero realmente, no quería que ese instante terminara.
“Ainsss…si no fuese por mí esta noche terminas besando el suelo”, me dijo entre carcajadas, deleitándome con esa sonrisa suya que hacía enloquecer a cualquiera. A mí me dio mucha vergüenza porque no había cruzado muchas palabras con él. Compartíamos alguna asignatura que otra en el instituto pero apenas habíamos hablado. No sabía prácticamente nada de aquel chico.
Cuando volví, mis primos y mi hermana se habían marchado a otro sitio y mi prima ya estaba más que integrada con los de mi clase. Se conocían todos, ya había salido con nosotros varias veces y, al ser tan extrovertida, no tenía problemas para relacionarse con nadie.
“ Quien es el tío con el que te he visto hace un minuto abrazada en la puerta del baño?”, me gritó mi prima en cuanto llegué al grupo. “Es el chico nuevo del insti, a qué está bueno?, replicó una de mis amigas. Yo quería que la tierra me tragase en ese momento pero a decir verdad nunca había reparado en ese chico hasta entonces.
Nunca me había fijado en esos ojazos, en esa sonrisa y en esos fuertes brazos que hasta hace un momento estaban rodeando mi cuerpo. Qué me estaba pasando? Yo nunca había sentido algo así por nadie. Nadie me había llamado la atención de esa manera. Se lo había escuchado comentar a mis amigas pero hasta el momento yo no había experimentado esas sensaciones. Esas sensaciones y todas las que él me hizo sentir por primera vez.
Yo no soy de mucho beber y ya me había pasado bastante, así que cuando me propusieron ir a la barra a tomar otro chupito dije que no. En ese momento, me quedé sola con él…o con ÉL. No sé si eran los estragos de la noche o que pero yo estaba empezado a verle con otros ojos. Estaba empezando a tener nuevos sentimientos desconocidos para mí.
Nuestras miradas se cruzaron y yo sentí una chispa. La misma chispa que había sentido esa misma tarde cuando me recogió de la playa, igualita a la que sentí la tarde tan especial que me hizo vivir en su habitación.
Se acercó a mí y me susurró al oído que al final tendría que llevarme a casa. Se me erizó la piel cuando noté su aliento cerca de mí…demasiado cerca. Nunca alguien estuvo tan cerca de mí antes. “Puedo llevarte en moto, si quieres”, me dijo mientras posaba una de sus manos en mi espalda. “No, tranquilo, he venido con mi prima y volvernos en breve para casa…estoy cansada. Además, no voy a montar contigo en moto si has bebido”, le contesté. “Yo no he bebido. No bebo nunca cuando salgo en moto, así que puedes aceptar mi propuesta de acercarte a casa”.
Lo dudé por un instante, me quedé pensativa mientras le miraba a esos ojos que me hipnotizaban. Me gustaba sentir su mano en mi espalda mostrando una confianza que no teníamos hasta esa noche.
Mi prima vino anunciando que iban a cerrar y que íbamos a otro bar. “Noooo…vámonos a casa, estoy destrozada. Me ha pasado toda la mañana ayudando a mi ama en la cocina para preparar la comida de la fiesta de la abuela y estoy muerta”, le supliqué. “ Veeenga, no seas así, aún queda mucha noche y el bar al que vamos está más cerca de mi casa, no tendré que quedarme a dormir en la tuya.”, me dijo mientras le guiñaba un ojo a mi acompañante. Ese acompañante que aún posaba su mano en mi cintura y que soltó de repente que él podía acercarme a casa.
“Genial, prima, así yo me puedo quedar y tu vuelves a tu casa acompañada. Y mira qué compañía…ya me gustaría a mí!”, la tuve que tapar la boca con mis manos prácticamente abalanzándome sobre ella. Estaba claro la discreción de mi prima brillaba por su ausencia. Ahora todo el grupo nos miraba mientras se ponían las chamarras para salir del bar.
Ya en la calle me despedí de mis amigos de clase y él dijo que me acercaba a casa pero que luego se uniría en el siguiente bar con ellos. Vale, sabía leer entre líneas, solamente me iba a acercar a casa. Ese comentario me bajó a la Tierra, ya me había empezado a emocionar y montar mis propias películas en mi cabeza.
Mientras nos íbamos alejando de la zona de fiesta, caminábamos despacio y en silencio. Yo iba pensando en qué tonta era pensando que un chico así podía fijarse en mí. Ilusa. Él, un chico alto y deportista fijándose en una chica sin ningún tipo de característica fuera de lo normal…era imposible. Simplemente estaba siendo amable cuando se ofreció a llevarme a casa.
“ Tienes frio?”, me preguntó devolviéndome a la realidad. Negué con la cabeza pero él me ofreció su chaqueta. “Te vendrá bien cuando montes en la moto”. Me la puse, me quedaba enorme pero a decir verdad agradecía un poco de calor. Simplemente puede soltarle un tímido gracias y bajar la cabeza.
El camino de vuelta a mi casa no era demasiado largo. Aún así, él me agarró mis brazos e hizo que rodease su cintura con ellos. Yo apoyé mi cabeza en su espalda para no sentir tanto el viento. Era la primera vez que montaba en una moto pero no se lo quería confesar.
Llegamos a mi portal tras las indicaciones que yo le hacía soltándome mínimamente de su cintura. Me bajé de su moto, mis piernas temblaban. Podría ser por el viaje pero estaba prácticamente segura que era por todo lo que él me intimidaba. Me hacía sentirme pequeñita, le veía inalcanzable, me imponía.
Él se bajó también, para mi sorpresa. Ninguno de los dos hablaba…se podía mascar una tensión que nunca había experimentado.
“Bueno, ha sido una gran noche…” empezó a decir él. Yo me quedé callada. “…me hubiese gustado que terminase cómo empezó…”. No comprendía nada. Le miré y mi cara le confirmó que no sabía de lo que me estaba hablando.
“Sí, esta noche ha empezado conmigo evitando que besarás el suelo cuando estoy deseando que lo que beses sean mis labios”, dijo con una sonrisa de oreja a oreja y con una mirada que nunca olvidaré.»
Espero vuestras opiniones y comentarios, si quereis que continue este relato u otro, que empiece uno nuevo o que simplemente si quereis que deje de escribir, jajajaja
La Científica Empedernida