Hace tres años cuando lo conocí, pensé que esto sería genial, que tendría mucho tiempo para aprovecharte. Hoy solo quiero detener el tiempo
La llegada casual y online de un adolecente de 18 a la vida de una niña de 28 años (si, yo) cuyos últimos 8 años fueron sacar una profesión mientras trabajaba y vivía con alguien a quien creía un novio…. Pues si, conviví casi 10 años con quien fue mi compañero más leal, mi estabilidad, mi refugio. Hasta ese momento lo mejor que me había pasado.
Pero cuando conocí a Nicanor, por primera vez en mi vida me miré como mujer. Y eso sí era nuevo.
Y así fue como comencé a descubrirme. Me miré como hace años no lo hacía al espejo y observé mis ojos miel que eran más lindos y brillantes de lo que yo creía, me animé a tomarme una foto y mirarme en ella sin el desagrado que siempre sentía cuando me veía en una foto, busqué esa ropa que jamás nunca me animé a usar y me atreví a florecer en colores que estaban enterrados en el closet. Volví a sentirme mujer, y digo a sentir porque en serio volví a sentir deseo, comencé a sentir curiosidad por mi feminidad, me exploré e impresioné de mí y de lo que nunca me había permitido sentir.
Entonces decidí eliminar a toda costa los prejuicios que habían en mi mente, y pasó. Me enamoré de un hombre 10 años menor. Y que buena decisión, él también se había enamorado de mí.
No hubo un solo día en que no me sintiera una princesa, floté durante años junto a su mano y nos volvimos compañeros y amantes. Nos descubríamos ambos al mismo tiempo, y es que yo tenía tanta curiosidad por él y por lo que me hacía sentir, mientras por su parte el desbordaba ingenuidad y ansias por lo que estaba descubriendo día a día a mi lado.
Fui su primer amor. Y nos amamos burlando todas las barreras de la edad y la distancia.
Él también fue el mío.
Pero hoy chicas, les escribo desde el cráter más profundo de la tierra, desde el lodo más espeso que puedan imaginar. Estoy sumergida en la parte más oscura y profunda del océano, de esa parte donde simplemente no ves luz ni escapatoria.
Y es que uno sabe, se da cuenta, simplemente lo nota.
Me lo ha dicho sin decírmelo, simplemente hay un momento en que uno piensa, ya no funciona, algo pasa de su parte que ya no funciona. Entonces me doy por aludida con tristeza, ha llegado el tiempo de dejarle ir, de que descubra el mundo, aunque ya no sea conmigo… que salga afuera y haga amistades, que logre sus metas, que tenga una profesión, que sea un alma libre tal cual le conocí… incluso quizás al lado de otra. Y no es que yo interfiera en ello, simplemente que vi entre cortinas de humo, que yo no estoy en esos planes.
Entonces pienso y caen lágrimas de mis ojos miel…. ¿cómo se hace? Ni siquiera cuestiono el por qué, solo necesito saber, ¿cómo se hace?
Porque vamos que todos dirían “Vas a salir adelante”, “Tranquila estarás bien”, “Te mereces algo mejor” y un sinfín de frases que solo representan el final del sufrimiento… como si una mujer no supiera que debe salir adelante y que al final de todo, como pueda tendrá que levantarse y volver a poner el pecho a las balas.
Pero, ¿qué pasa con quienes estamos en el centro del sufrimiento y del torbellino? ¿Qué pasa con quienes sabemos que debemos salir a flote, pero aún no podemos ni sabemos cómo?
Y quisiera que se entienda, que cuando no es uno quien decide irse, es tan difícil dejar ir al otro si aún se le ama tanto. (Aunque cuando lean esa frase quizás pensarán “dejar ir, es amar” …. ¡Y sí! Si lo es, pero tener ese “nivel espiritual” para asumirlo o decirlo tan fácilmente es utopía para mí en este momento)
Y en eso se pasan las horas, los días, buscando algo, actividades, lecturas, imágenes, lo que sea que distraiga del dolor de tener que dejar ir a alguien tan importante. Esperando ansiosamente que ese “vas a estar bien” que cualquiera diría, llegue pronto.