Sé que es posible que me lo esté imaginando o que esté haciendo una montaña de un grano de arena pero necesito ponerlo por escrito en algún sitio y al menos aquí entrentendrá a alguien.
Hace seis meses que me mudé a donde vivo. Pasó algo imprevisto y no muy agradable y decidí echarlo todo a una sola carta, mandarlo todo a la mierda y empezar más o menos de cero. Es fácil hacerlo cuando no necesitas casi más que papel y lápiz para ganarte la vida. Lo de las amistades ya es otro cantar, sobre todo a cierta edad -yo acabo de cumplir los 31-. La mayoría de mis amigas han migrado o viven lejos y aunque séde ellas casi todos los días, no es lo mismo. Siempre me ha costado mucho la gente.
Cuando vine aquí volvieron muchos recuerdos y con ellos la inspiración, aquí, en esta antigua, rancia y cargada de historia ciudad es donde empecé a ser una persona adulta, donde escribí aquel pseudopoema larguísimo a mi novio de aquel entonces para decirle que aunque yo quería, quería con todas mis fuerzas, lo nuestro era imposible. Me lo encontré por la calle al poco, ahora tiene una cafetería ni nada en común conmigo. Espero que le vaya bien, de verdad. La verdad es que tenía… Tengo sentimientos encontrados respecto a revisitar el pasado, todas las cosas que viví aquí, todo lo que aprendí y olvidé…
Estoy divagando. En realidad es muy tonto lo que voy a contar. Me reencontré con un buen amigo de aquella época, de los pocos con los que mantuve el contacto todos estos años, charlamos un buen rato y me ofreció pasarme por la partida de los viernes y ver a «los muchachos» como se refirió a sus inseparables colegas de toda la vida. Yo los recordaba vagamente como majetes así que accedí. Me pasé ese viernes y el siguiente y casi parecía que todo era casi como cuando teníamos 21, empecé a alegrarme de la decisión radical de mudarme. Un día terminamos pronto porque ellos tenían un compromiso con otra persona que yo no conocía y no me apetecía mucho ir de pegote, así que me fui con el otro miembro satélite del grupo famoso por ser asocial y no salir nunca, nunca, nunca (a mí siempre me había parecido que yo le caía mal) de camino a casa. No sé my bien cómo acabamos cenando juntos y charlando hasta muy tarde (luego mi amigo -el inicial- no me creía hasta que se lo confirmamoslos dos) y la verdad es que me lo pasé muy bien, como hacía tiempo que no me lo pasaba. El problema es que ahora no entiendo muy bien qué pasa porque tengo una sensación muy extraña con este muchacho (ejem, bueno, tiene mi edad). Tengo la sensación de que se marcha antes siempre para no encontrarse conmigo porque en cierto sentido «se avergüenza» de lo que pasó (no pasó nada, sólo charlamos hasta las 3 de la mañana, en un bar); y por otro suele -solemos- mantener largas «charlas» por whats sobre cosas que nos interesan pero en persona nunca dice nada; a veces tengo la sensación de que se queda más rato del que planea porque al final de la tarde hemos empezado a charlar. Hace un par de semanas le sugerí tomar algo y me dio plantón; cosa que no entiendo porque si no le apetecía quedar… ¿por qué me dijo que sí? Sin embargo seguimos teniendo una extraña relación por internet. ¿Lo zarandeo ya o el demasiado pronto para pegarle con un calcetín sudao?