De mi breve paso por Tinder sólo llegué a quedar con un muchacho. Nos tomamos un café y nos dimos un paseo y no pasó nada más. Era de otra ciudad y estaba veraneando en la mía. Al día siguiente se marchó a la suya.
La verdad es que nos caímos muy bien, había mucha conexión y hablábamos todos los días contándonos nuestro día y nuestras cosas.
Un día me respondió a una historia de Instagram con un «te falta un cocido». Yo flipé, y no supe ni qué decirle. Después lo siguió con un «estás muy delgada» le dije que sí, que siempre lo he estado y se hizo un gran silencio. Al cabo de un rato contestó que había metido la pata.
Al día siguiente me envió un mensaje por WhatsApp pidiendo disculpas, que lo había dicho en modo jocoso por el momento, a lo que le envié un tocho con el que le decía (resumidamente) que estaba harta de ese tipo de comentarios.
No entiendo la necesidad de estar cuestionando y metiéndose con el físico y, concretamente, el peso de los demás. De lo que comen o lo que no. Llevo casi 40 años oyendo los mismos comentarios por estar delgada.
Y no fue enfado con este muchacho, es que me di cuenta que no me aportaba nada positivo con ese tipo de comentarios y no me apeteció seguir hablándole (él tampoco hizo por hablar más). Y desde ese día dejamos de hablar. Me ha dado algún like a alguna historia de Instagram, pero nada más.
Hoy es su cumpleaños, he estado tentada de felicitarle en varias ocasiones, pero sinceramente, no me ha apetecido.