Llevaba cuatro años en un circulo vicioso del que me estaba costando horrores salir. Todas las semanas empezaban con la premisa de que aquel lunes empezaría la dieta, haría deporte y sería la mejor versión de mi misma. Y nada más sonar el despertador el Lunes a las 7 sabía que nada de aquello se cumpliría.
No sabía como salir de allí. Los quilos se iban sumando sin prisa pero sin pausa. Eran inevitables las miradas de la gente. Primero de asombro, luego de lástima. Los más cercanos, de preocupación.
Puedo decir, ahora ya sin vergüenza a admitirlo, que soy de aquellas gordas que tenían quilos de más por comer mal. Ni la constitución, ni hormonas revolucionadas, ni herencia familiar. Los médicos le llamaron trastorno por atracón. Yo putada.
Con la pandemia empeoró la cosa. Empecé muy motivada. Me decía a mi misma que, cuando nos permitieran salir, yo estaría más delgada. Dos semanas duró aquello. Después todo empezó caer en picado. Atracones continuos. Visitas sin fin a la nevera. Cero actividad física. Nadie me veía. Nadie me frenaba.
Luego volvimos a salir. Y los restaurantes empezaron a repartir a domicilio. Fue a peor. Hasta que, por fin, llegó el Lunes. Ese que llevaba 4 años prometiéndome a mi misma que empezaría la dieta.
De hecho no era Lunes, sino jueves. ¿Para que esperar al Lunes, si ya lo tenía todo para empezar el jueves? Tenía al nutricionista, tenía la dieta y tenía los ingredientes para empezar a preparar aquellos platos, tan diferentes a lo que llevaba años comiendo.
Han pasado dos meses de aquel Jueves-Lunes. Me queda muchísimo camino por recorrer. Muchos quilos por bajar. Muchas cosas que cambiar para conseguir la mejor versión de mi misma. Pero ya ha llegado el Lunes. Ya he empezado y no me he rendido el mismo día. Llevaba 4 años diciéndome a mi misma que el Lunes lo haría. Y lo estoy haciendo. Y, joder, me siento orgullosa de ello y de mi misma.
Sé que no va a ser fácil. Sigo teniendo un trastorno de alimentación, sigo con muchas cosas en mi interior que podrían despertar en cualquier momento. Caeré. No sería humana sino lo hiciera, pero tengo yo sé que tengo la fuerza para volverme a levantar y seguir con la cabeza alta.
Ojalá pudiera daros la fórmula que hizo llegar ese Lunes. Ojalá supiera que pasó y poder contarlo al mundo para ayudar a más personas. Pero no sé como conseguí salir del circulo. Podría decir lo típico, por salud, por estética, porque me caso o porque quiero ser madre. Pero ninguna respuesta sería la verdad. Simplemente creo que era mi momento. Aquél donde ya te ves con fuerzas para hacerlo. Como cuando decides correr una maratón o empezar una carrera universitaria después de los 40. Simplemente sabes que es el momento de hacerlo, sin plantearte por qué ahora y no antes.
M.
P.D.: Si queréis, dentro de seis meses os puedo contar si sigue siendo el Lunes de «dieta» o he vuelto a los fines de semana de «ultraprocesados y netflix».
P.D.: No estoy en una dieta estrictamente hablando, sino con un cambio de alimentación llevado por un nutricionista cualificado, que adapta mi alimentación a las necesidades de mi cuerpo y estilo de vida. Poneros siempre en manos de profesionales. Dejemos los milagros para Lourdes.