Se acerca la Semana Santa y con ella  el olor a la leche con canela, ¡ la base de ese dulce capricho que suelen  o solían hacer nuestras abuelas: las torrijas. Parece que el origen de estas sabrosas rebanadas de pan data del siglo XV y las primeras recetas aparecían en libros de cocina del año 1607 (gracias, Wikipedia). No se sabe muy bien por qué se comen en Cuaresma, se supone que por la prohibición cristiana de comer carne… Ahora esto me parece bastante ridículo y no entiendo por qué, pudiendo comerlas durante tooooodo el año, las reservamos solo para estas fechas. De hecho deberían considerarse pecado, tanto placer en la boca, la canela afrodisíaca y la grasa para el culo, ¡deberían estar prohibidas!

Torrija con leche de avena

Llevaba años sin probarlas porque tengo intolerancia  a la lactosa. Pero como hace poco he descubierto la bebida de avena, me he atrevido a hacer para vosotras unas torrijas totalmente vegetales, excepto por el huevo, con la receta de mi madre. Pensaréis, ¿y esta es una receta healthy? Hombre, no del todo, porque las torrijas van fritas en aceite y no dejan de ser pan, pero en este caso, al ser vegetales tienen muchísima menos grasa que las hechas con leche de vaca y el sabor es casi casi el mismo. Además por si no lo sabíais, uno de los mayores expertos en la avena asegura que se trata del alimento casi óptimo para salud: mejora el aspecto de la piel y el pelo, reduce el colesterol y ayuda a regular el peso. Todo ventajas.

Ingredientes torrijas sin lactosa

Los ingredientes de la receta son los siguientes:

– Una barra de pan candeal (tiene la miga bastante compacta y eso ipmide que se rompa al mojarlo en la leche).

– Medio litro de bebida de avena.

– Tres cucharadas de azúcar moreno.

– Un rama larga de canela.

– Aceite a discrección (yo mezclo aceite de girasol con aceite de oliva virgen extra para que no resulten tan fuertes).

– Azúcar blanco.

– Canela molida.

– Dos huevos.

– Miel de flores para acompañar (por si no os parecen lo suficientemente dulces).

Canela y pan

En primer lugar  ponemos un cazo con la leche, la rama de canela y el azúcar moreno a calentar. Buscamos que se disuelva el azúcar y el líquido adquiera aromas y sabor. Cortamos la barra de pan en rebanadas de no más de 2 centímetros. Lo mejor es que se trate de pan del día anterior, porque la corteza está más blandita y absorbe mejor la leche. y si es un obrador artesano, pues más ricas os sabrán.

Pan candeal para torrijas sin lactosa

A continuación mojamos el pan en la leche de avena, que habremos dejado enfriar un poco, para que no esté muy caliente. El pan tiene que chupar toda la leche posible sin que  llegue a romperse la rebanada así que hay que prestar mucha atención a este paso. Mientras tanto podéis aprovechar para calentar el aceite. Tiene que estar muy muy caliente antes de poner las torrijas a freír.

Cada rebanada mojada en leche la pasamos por el huevo batido. Si eres vegano/a  puedes pasarlas por harina de garbanzos o similar. Ya rebozadas en el huevo las vamos colocando en la sartén con el aceite hirviendo.

Torrijas sin lactosa fritas

Mientas se fríen, preparamos un plato con azúcar blanco y canela molida, todo mezclado, y cuando las torrijas estén ya doraditas (les habremos dado la vuelta), las pasamos por esa mezcla deliciosa y las colocamos en un plato con un papel secante por si sueltan aceitillo. Como las hemos sellado con el huevo no pierden la leche, así que no preocuparse.

Torrija sin lactosa con leche de avena

Hay mil formas de comerlas y presentarlas, y yo he escogido la que más gusta en mi casa: con un poco de miel de flores. Hay quien las reboza muchísimo en azúcar, otros no eliminan el aceite y los más golosos dejan leche extra con azúcar y canela para servirlas casi florando y comérselas con cuchara. Esta de la foto me la he comido a vuestra salud con una rica infusión de hierbas diuréticas que también lleva canela y me ha sabido a gloria.

Y tú, ¿qué receta sigues para hacer torrijas?