Lo que me alucina de esta historia es que se remonta a 1996 más o menos, cuando me casé con mi marido. No tenéis que echar cuenta para ver que soy una madurita de lo más interesante. Eso sí, me conservo bastante peor que Nicole Kidman. Puede que influya que no tengo tanto dinero como ella y que mis cremas favoritas son la de calabaza y la de champiñones, pero para comerlas, no para untármelas por la cara. Sin irme más por las ramas, hoy he venido a hablaros de mi vida sexual, que a lo mejor os interesa más bien poco, pero tengo que contar esto sí o sí.

Como decía, en 1996 me casé con mi marido (que está ahora sentado a mi lado mientras escribo esto). Por aquel entonces, antes de que se inventase Instagram y de que existiese el Satysfier, teníamos que innovar con lo que teníamos. Nosotros queríamos hacer algo picantón para dar alegría a la vida de casados. Todas las parejas pasan malas rachas, así que la idea que se nos ocurrió fue grabarnos en vídeo dándolo todo.

Teníamos una cámara casera bastante mala que usábamos cuando nos íbamos de vacaciones, así que solo nos faltaba el trípode. Apilamos unas cuantas enciclopedias y diccionarios (sí, antes de Wikipedia usábamos eso) y empezamos a darle al tema. 

Tampoco hace falta dar muchos detalles, pero mi marido y yo siempre hemos sido muy liberales y ya que estábamos grabándonos, aprovechamos para hacer DE TODO. Después pasamos el video a una cinta VHS y nos echamos una risa viéndolo. Y con el tiempo guardamos la cinta en un cajón y nos olvidamos de que la teníamos. Alguna vez nos animamos y la vimos, pero después llegaron los reproductores de DVD y los VHS quedaron en el olvido.

Nosotros vivimos nuestra vida ajenos a esta cinta. Tuvimos dos hijos, una niña y un niño, y nos mudamos. Como en todas las mudanzas hicimos dos montones: lo que va a la casa nueva y lo que va al trastero (es decir, la casa de mis padres). Y claro, las cintas de video viejas fueron al trastero. En realidad, 23 años después no estábamos como para acordarnos de que nos habíamos grabado dándole al tema y que había una cinta nuestra rulando por ahí. No le dimos importancia.

El problema llegó cuando nuestra hija de 17 años fue a casa de mis padres en Navidad. Se ve que la niña se sintió Karina y quiso buscar en el baúl de los recuerdos. Encontró cintas y cintas de video. La cría, curiosa como sus padres, le preguntó a sus abuelos que si eso eran películas, música o qué. Ellos dijeron que no sabían, que serían videos caseros de cumpleaños.

Total, que como mis padres son muy vintage y todavía guardan reproductor de VHS, de vinilos, de DVDs y de todo, os imaginaréis lo que pasó a continuación.

La niña se puso a ver películas: el primer cumpleaños de su hermano, nuestra boda, el bautizo de mi sobrino, las funciones del colegio… Y EL VIDEO ERÓTICO. Bueno, entero no lo vio, pero lo suficiente para verme el chumi bien pixelado y mi cara en primer plano.

La «pobre» flipó en colores. A estas alturas se ha enterado de que sus padres también follan. Y una vez superada la vergüenza ya nos lo estamos tomando a risa. En las cenas familiares nos vacila todo el mundo, pero por suerte el video está destruido.

Moraleja: si os grabáis dándole al tema, borradlo. Por el bien de vuestros hijos.

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]