‘Nuestra relación empezó siendo yo muy joven y durante más de 15 años me has hecho muy feliz. Me has acompañado en los buenos y malos momentos, en mis viajes, en mis horas de estudio, en mis búsquedas de trabajo. Durante muchos años has formado parte de mi vida y contigo a mi lado he disfrutado mucho. Pero ya es hora de que nos separemos, esta relación no tiene futuro y sé que estaré mejor sin ti. Querido TABACO ha llegado el momento de decirte adiós. Y he de reconocer que mis primeras 24 horas sin ti no han sido nada difíciles’.

Hace 6 meses escribía estas palabras cuando conseguí convencerme a mí misma de dejar de fumar, un hábito que había estado conmigo durante 17 años, y considerando que no llego a los 35, eso significa que empecé muy demasiado joven. Por gilipollas. Porque era guay. Porque todas mis amigas del cole lo hacían. Nadie empieza a fumar por otra razón que no sea porque es gilipollas. Todos sabemos de antemano que es malo para la salud, pero aun así lo hacemos, porque queremos ser como los demás, y si los demás fuman, nosotros también. Además, con los años se había convertido en un vicio muy caro y, aunque ésa no fue la razón principal para dejarlo, los 60€ que me gastaba al mes en tabaco y que ahora van directos a una cuenta de ahorro, también han influido.

alice-in-wonderland-cartoons-comics-disney-walt-disney-caterpillar

Fue a principios de 2014 cuando me propuse dejar de fumar, pero no fue hasta 10 meses después que estuve totalmente mentalizada de ello. Si te levantas un domingo con resaca de alcohol y tabaco y decides dejar de fumar, es más difícil que lo consigas; hay que mentalizarse, hay que convencerse, hay que ponerse una fecha definitiva y hay que disfrutar de los últimos cigarros que te fumas. Porque hasta esa fecha yo me había puesto todo tipo de excusas: ahora no, que estoy en el paro, ahora no, que acabo de empezar un nuevo trabajo, ahora no, que estoy de vacaciones, ahora no, que tengo mucho trabajo, nunca faltan excusas para no dejar de fumar, para no ponerse a dieta, para no ir al gimnasio… Por ello lo más importante no son los parches, los chicles o los cigarros electrónicos, lo más importante son las ganas, y sin ellas no merece la pena ni intentarlo. Si te sugieren que dejes de fumar pero tú no quieres, no lo dejes, espera a estar totalmente convencido de que quieres hacerlo (obviamente, salvo que sea el médico quien amablemente te lo ‘sugiera’…).

Dejar de fumar ha sido la decisión más difícil y, considerando que no estoy casada y no tengo hijos ni hipoteca, de la que más orgullosa me siento en la vida. En el proceso he aprendido que tengo más fuerza de voluntad de lo que pensaba, que no solo necesito el tabaco, sino que además vivo mucho mejor sin él.

Pero durante estos 6 meses he pasado mis momentos de crisis, en los que puedo decir que no he llegado a volver a fumar pero he estado a punto… Tengo una amiga que dice que ella se considera una ‘serial quitter’, que en español sería algo como ‘dejadora compulsiva’; dice que lo ha dejado mil veces, que no lo necesita cuando no fuma, pero que suele volver de vez en cuando, para acabar volviéndolo a dejar. Y fue ella quien me dijo que no fuera dura conmigo misma si un día caía y me fumaba un cigarro, que no empezara la cuenta desde cero o que dijera ‘A la mierda, si ya total…’, si no que fingiera como si ese día no hubiera existido y siguiera contando como si nada. Sin embargo, yo quería hacerlo bien, es lo que tiene ser Capricornio, soy cabezota y perfeccionista, y me dije a mi misma que ni siquiera me iba a fumar uno. Y así lo he hecho. Sin embargo, he pasado momentos duros…

muy-fumador

En mi primera semana sin fumar llevaba en el bolso un lápiz de Ikea, dos Chupa-Chups, un papel enrollado del tamaño de un cigarro, y además, sitio al que iba, sitio en el que enrollaba las servilletas y las cogía como si estuviera fumando (cosa que, por cierto, aún hago). Incluso en el trabajo. Y de hecho, hacer como que me fumaba eso ¡me sabía a tabaco! El primer día, al terminar de comer en el trabajo, me levanté de la mesa directa a bajar a fumar un cigarro. Pero no bajé. Lo dejé un miércoles y el jueves me fui de cañas con unas compañeras del curro. Me apeteció fumar todo el rato que estuvimos de cañas, pero no fumé. El fin de semana salí. Me apeteció fumar viernes, sábado y domingo, por la mañana, por la tarde y por la noche, pero no fumé. Y llegó el siguiente miércoles y ya llevaba una semana sin fumar.

Las dos o tres semanas siguientes fueron más o menos igual pero cada vez me apetecía menos, ya no pensaba en fumar mañana, tarde y noche, de lunes a domingo. Durante el trabajo apenas me acordaba, y sólo me apetecía a la hora de sociabilizar. Y pasó un mes. Y cada vez me apetecía menos. Y llegó Navidad y vino gente a casa de mis padres y fumaban, y yo iba persiguiéndoles oliendo el humo del tabaco como si no hubiera un mañana, por si, habré dejado de fumar, pero me gusta que la gente fume a mi alrededor porque me encanta el olor de la gente fumando. Eso sí, no puedo soportar el olor de la gente que viene de fumar.

Y después de Navidad llegó mi cumpleaños, y cumplí los 32 sin fumar, con ganas, porque claro, estaba de celebración, pero se me pasaron rápido…

Poco tiempo después de eso me di cuenta de que ya no echaba de menos fumar en los momentos de stress, ni cuando salía, ni cuando estaba rodeada de gente que fumaba… Sólo echaba de menos fumar de camino desde el metro al trabajo, o del metro a casa, o cuando había quedado con alguien en la calle y esa persona llegaba tarde… Es decir, echaba de menos fumar en los momentos en lo que no tenía nada que hacer y eso fue lo que me hizo darme cuenta de que fumar no me aportaba nada, que no lo necesitaba, que en los últimos años no había sido sólo una adicción, sino también una costumbre, algo que hacer porque no tenía nada mejor que hacer

GIF14

En definitiva, estos 6 meses sin fumar me han servido para darme cuenta de que:

  • Mi fuerza de voluntad es mayor de lo que pensaba
  • Dejar de fumar sin chicles, parches, o cigarrillos electrónicos, etc. es posible
  • Durante 17 años había sido una gilipollas
  • Dejar de fumar no implica engordar 10 kilos

Porque dejar de fumar es como ponerte a dieta, te apetece fumar igual que te apetece comer chocolate, pero te convences a ti misma de que no lo vas a hacer. Y no lo haces. Y con el tiempo te das cuenta de que no tiene nada que ver con ponerte a dieta porque uno se pone a dieta sabiendo que esa dieta tiene un fin y que volverás a poder comer de todo, y que si algún día caes y picas algo que no debes no pasa nada, pero cuando llevas tiempo sin fumar te das cuenta de que el fin es no volver a fumar, y que no te importa no volver a fumarte un cigarro en la vida. Por mucho que la gente te diga que, aun llevando 10 años sin fumar, les sigue apeteciendo de vez en cuando un cigarro. A mí también me apetece, pero no me lo fumo. Así de fácil.