Desde que nos viene la regla por primera vez, las mujeres empezamos a escuchar toda una serie de chorradas sobre este cambio en nuestra vida. Y no me refiero a los ‘Ya estás hecha una mujer’ o ‘Ven hija mía, que te voy a explicar cómo funciona este tema’, si no a todas esas frases que hemos escuchado en nuestros primeros años de regla, bien de nuestras madres, de nuestras abuelas, de las señoras del pueblo o de las monjas del colegio. Menos mal que mi madre siempre ha sido una mujer moderna y racional que nunca dejó que mis hermanas y yo nos creyéramos esas chorradas de ‘No te puedes bañar estando con la regla’, ‘Si te duchas con agua fría se te corta’, ‘Si haces mayonesa con la regla se te corta’ (que digo yo ¿a cuántas mujeres conocéis que hagan mayonesa casera cuando existen en el mercado miles de variedades de mayonesa?), ‘No puedes tener sexo estando con la regla’ (bueno, obviamente a mí ésta no me la dijeron a mis 13 añitos con mi primera compresa en la mano, pero la he escuchado por ahí)…

Con los años, las amigas comentamos que estamos con la regla, nos pedimos tampones y compresas, y no nos da vergüenza alguna hacernos bicho bola agarrándonos la tripa y quejándonos de lo hijo puta que es el mundo por hacernos pasar a las mujeres por esto cada mes, mientras alabamos las bondades del Ibuprofeno y sus efectos calmantes en los dolores menstruales.

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En cualquier caso, la regla es, y seguirá siendo, un tema tabú en la vida diaria de las mujeres. Mientras que entre nosotras no hay vergüenza alguna en tratar este tema, con hombres es algo totalmente diferente. La mayoría de las mujeres aún escondemos la compresa o el tampón cuando vamos al baño de la oficina a cambiarnos (‘Que nadie lo vea, dios mío, estoy contaminada!’), y estando en un bar llevamos el bolso al baño, ‘Por si no hay papel’, ya sabéis… Es increíble que en pleno siglo XXI las mujeres aún tengamos que esconder cada mes algo natural, algo sin lo que ninguno de nosotros estaríamos hoy aquí, como si fuera algo sucio de lo que nadie a nuestro alrededor debe tener constancia…

Y oye, que yo soy la primera que odia tener la regla, odio ese momento de cada mes y después de 19 años con ella aún no he conseguido que convivamos en paz, en amor y compañía, ella, yo y las ‘bragas de la regla’ (no pongas esa cara, chica, tú también las tienes, en el fondo de tu cajón de la ropa interior…). La regla me parece un coñazo, me parece algo sucio y en ocasiones doloroso y creo que es una putada que las mujeres tengamos que pasar por ello una vez al mes. Pero al mismo tiempo reconozco que forma parte de nuestra condición como mujer, que tenemos que vivir con ello, y soy plenamente consciente de que sirve para que podamos traer hijos al mundo, o simplemente será eso que aguantaremos estoicamente hasta que llegue el momento de la menopausia.

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Porque nos guste o no, tener la regla es algo natural, y, aunque incómodo, todas tenemos que aprender a vivir con ello. Y con la parte de ‘es algo natural’ es con lo que debieron quedarse las impulsoras de un movimiento feminista que, para deleite de psicólogos y disgusto de las personas que están a su alrededor, han denominado #freebleeding. Bajo la premisa de que la menstruación no debería considerarse algo sucio y anti-natural que deba esconderse para no ofender a la gente, y de que los productos de higiene femenina han sido creados por el hombre como un medio para violar a las mujeres y oprimirlas en un mundo machista, este movimiento ha decidido oponerse a todo aquello que impida que la sangre menstrual salga libremente. Si, tal cual, deja los tampones, las compresas y la copa menstrual a un lado, ha llegado la era de la liberación y todas las mujeres deberíamos arrancarnos las cadenas del patriarcado y sangrar libremente cuando tengamos la regla, por todas partes, sin preocuparnos de quién nos rodea, de lo que llevemos puesto y de dónde estemos sentadas! Viva la liberación de la mujer, esto es por lo que lucharon las primeras feministas de la historia, venga, sangre, sangreeeee…

Un momento… Ehhhhh NO! ¿Nos hemos vuelto locos?, ¿acaso no nos ponemos tiritas cuando nos hacemos heridas?, ¿no nos metemos trocitos de papel en la nariz cuando nos sangra?, que una cosa es ser plenamente consciente de que la sangre tiene que salir de ahí, y otra pensar que nuestra vida tiene que ser como Carrie, sangrando libremente, a lo loco… No sólo es desagradable a la vista y al olfato para las personas que hay a nuestro alrededor, si no que es anti-higiénico, eso por no hablar de que en mi opinión los productos de higiene femenina se han inventado para algo y si quieres free bleed hazlo en tu casa, pero a mí déjame tranquila con mis compresas y mis tampones, que me gusta tener la sangre recogidita y prefiero gastarme el dinero en eso que en productos ultra fuertes para limpiar el desaguisado que puede provocar andar sangrando libremente…

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Para más inri, este movimiento critica que no eres una verdadera feminista si no sangras libremente cuando tienes la regla, y además te anima a recopilar la sangre menstrual y utilizarla para pintar cuadros o como ingrediente extra en tus recetas de cocina, porque es deliciosa, sana y además gratis, y… perdonad, vengo de vomitar un poco…

En definitiva, deberíamos pensar un poco con la cabeza, dejarnos de extremos y ser conscientes de que no es necesario esconder nuestras reglas pero tampoco airearlas, que no pasa nada si nuestro compañero de trabajo o los chicos de la mesa de al lado en el bar ven cómo sacamos un tampón del bolso para ir al baño, pero tampoco es necesario airearlo como si fuera de la incumbencia de todos los que nos rodean. Chicas, que nuestra regla es nuestra, pero no pasa nada porque los demás sepan que existe…