Me dejaste. Vale. No soy la primera ni la última pero joder, como dolía.

Dolía tanto que incluso llegó a ser dolor físico. No comía, no reía, no quería abrir los ojos por las mañanas. Dicen que no se puede morir de amor pero yo creo que agonizar de amor sí es posible.

 

Y el puto tiempo. Que cabrón. Lo rápido que pasó aquellos años. Todos esos años en los que fuimos magia. En los que me reía a carcajadas, en los que recorrimos mil calles y nos besamos en mil portales. A que poco nos  sabían los 5 minutos en la cama cuando sonaba el despertador. Y nos mirábamos con los ojos llenos de legañas.

Cuando me dejaste el tiempo decidió ir lento. Torturarme. “Todo es cuestión de tiempo” el problema es que no sabes cuánto tiempo va a ser. Si 4 días o 4 años. Siempre es el tiempo. El p. tiempo.

Tampoco me sirvieron las frases de “todo pasa por algo”. Ni siquiera espabilé cuando me enteré de que estabas con otra. Me pareció más fácil auto compadecerme. Llorar. Llorar mucho. Llorar hasta caer rendida. Creedme si os digo que se puede llorar un mes. Los de Kleenex debieron haberme mandado al menos una postal en navidad, su extra fue un 80% gracias a mi consumo de pañuelos.

Y otra vez el p. tiempo. Un día, sin previo aviso algo me hizo click. Se acabó esta mierda, voy a vivir. Y  salí. Y reí. Y me besé con otros. Y lloré porque no eras tú el que me besaba.

Pero volví a salir. A bailar. Me emborraché. Me tiré a unos cuantos tíos. A varios. Y en ninguno estaban tus malditas caricias. Ninguno sabía tocarme el alma, solo el cuerpo.

Y sin saber muy bien como un día ya no pensaba en ti al levantarme. No echaba de menos tu perfume, ni me sentía “extraña” en todos los sitios a los que volví sin ti. Porque la memoria es un arma de doble filo, tu puedes no pensar en nada y de repente una canción, una risa, un olor, un sitio… hacer que todo tu equilibrio salte por los aires.

Casi dos años después mi vida ya es otra. Me siento poderosa. Orgullosa de mi, de como gestioné aquello, de que mi cerebro me dijera: tía muévete, vive. Y de repente vuelves.

Pero esta vez no tienes ese poder. No puedes volver y tirar mis sentimientos como si fueran migas de pan. Esta vez no. Esta vez MANDO YO y concretamente te mando a la mierda.

QUE TE DEN, empezando por asco y terminando por pena. Que te den todo lo que yo no te di. Que sean capaces de darte su tiempo, sus sonrisas, sus abrazos como yo te los di. Que te den amor, del mismo que tú me diste. Que te den quebraderos de cabeza, que te den indiferencia. Que te castiguen con silencios, con condescendencia.

Ahora ya no hay un nuestro. Ahora solo hay un YO.