Tras poner fin a una relación eternísima, una de las mujeres más sabias que conozco (y que trabaja en esta maravillosa web) me dio el mejor consejo del mundo: “las rupturas te hacen más fuerte, pero sobre todo te hacen tener más claro lo que quieres”. Teniendo en cuenta que ahora mismo estoy más perdida que Tony Stark al comienzo de la película de Endgame, crear una lista con mis prioridades en la vida me pareció una buena idea.

Paso número 1: ¿Qué quiero hacer?

Lo más obvio: ser feliz. Me conformo con sonreír cuando me despierto en vez de sentir ansiedad. Imaginaos lo agotador que es abrir los ojos por la mañana y sentir un vacío por el día que te espera. No me preocupaba el trabajo, no me preocupaban mis amistades, no me preocupaba mi familia. Lo que me angustiaba era mi relación.

Felicidad. Palabra de 9 letras. Proviene del latín felicĭtas, -ātis. Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno. Qué fácil es definirla y qué difícil es lograrla, ¿no? 

La gente me dice “tú lo que necesitas es una persona que te quiera” y estoy de acuerdo, pero esa persona soy yo. Supongo que el primer escalón que debo subir en mi ascenso hacia la felicidad es recomponer mi autoestima.

Paso número 2: ¿Qué quiero hacer con mi vida ahora mismo?

No te das cuenta de todo lo que dejas de lado en una relación, hasta que ésta acaba. Amistades, aficiones, trabajo, ocio…

Cuando conoces a alguien creas una pequeña parcelita de intimidad que poco a poco va ganando tamaño. El tiempo que dedicabas a tu vida, a ti misma, a tus amigos, a tu futuro, se lo empiezas a dedicar a esta persona. Te pierdes por el camino. No te ubicas en esa pequeña parcelita que ahora es tan grande como Estados Unidos. Así me sentía yo.

Poco a poco estoy encontrándome y retomando todo aquello que dejé de lado. Durante este proceso me he dado cuenta de una cosa: estoy cachondísima.

Tengo muchas ganas de echar un polvo. El problema es que me cuesta tirarme a un tío si no le conozco y me gusta un poquito. Siempre he sido así y no lo puedo evitar. Ojalá poder llegar a un bar, ver a un tío buenorro y pensar “vamos a darle a la zambomba”, pero no. Necesito sentimientos.

Este fanatismo por lo emocional me ha hecho reflexionar sobre lo que quiero en un hombre…

Paso número 3: ¿Qué le pido a mis futuros ligues?

  1. Que sea feminista.
  2. Que defienda la vacunación a todos los niños.
  3. Que políticamente hablando no tenga una ideología casposa, tradicional y machista.
  4. Que no sea alérgico a los gatos.
  5. Que le gusten los gatos.
  6. Que ame a mis gatos.
  7. Que llore viendo Anatomía de Grey.
  8. Que cuando entren polillas en casa me ayude a echarlas.
  9. Que no diga “yo ayudo en casa”, sino “yo hago lo que tengo que hacer”.
  10. Que me coma el coño sin pedírselo.

Tampoco pido mucho, ¿no?

Paso número 4: ¿Cómo aplicar en la vida real lo que acabo de escribir?

Eso es lo difícil, amigas. De momento me voy de fiesta con mi mejor amiga. Seguiré informándoos.