¡Hola de nuevo queridas lectoras! En esta entrega, igual que en la anterior, os explicaré una historia de chico conoce a chica que dio lugar a una pareja consolidada de esas con hijos y todo. Como ya os dije, aunque esta sea una sección de desamor podemos relatar todo tipo de historias ya que de todo se aprende. Si todavía no has leído el anterior artículo puedes hacerlo aquí.

La historia de hoy que, de momento, será la última historia de Manolos y Mari Carmenes es de Marina, que nos escribe desde Madrid:

<<Hace muchos años estudiaba arquitectura en la universidad y, como podéis suponer, asistía a fiestas universitarias día sí y día también. Estas fiestas no solo eran para los futuros arquitectos sino que muchas veces también asistían amigos y amigos de los amigos. En una de esas fiestas, Pablo, un chico guapetón que iba a mi facultad y era un par de años mayor que yo, invitó a varios de sus amigos, entre los que estaba Alberto. Pues Alberto, que era estudiante de medicina y estaba ya muy borracho, se fijó en mi cuando estaba en la barra. Se ve que yo le sonreí pero la verdad es que no me acuerdo porque yo también iba muy borracha, probablemente más que él. Sea como sea, a Alberto le gusté tanto que le dijo a su amigo Marcos que acababa de ver a la madre de sus hijos. Marcos, que estudiaba informática y también estaba muy contento por los litros de alcohol que corrían por sus venas, le respondió un animado “no te preocupes, yo te la presento”. Así que habló con Pablo para saber si él me conocía y resultó que sí que sabía quién era yo porque por casualidades de la vida había estado saliendo un tiempo con una de mis amigas. De hecho, esa fue la excusa para entablar conversación conmigo, lo que provocó que mi yo de 20 años se viniera arriba porque no pasaba todos los días que uno de los guaperas de la facultad se te acercara para decirte que uno de sus amigos quería conocerte. Evidentemente, acepté. Me acuerdo de que cuando Alberto se me acercó, él era tan alto y yo tan bajita que tuve que levantar mucho la cabeza. Me sacó a bailar y yo acepté encantada, aunque poco rato después le pedí que nos sentáramos porque mis cervicales necesitaban una tregua. Esa noche no pasó nada entre nosotros porque yo en ese momento tenía novio… Aunque estábamos fatal y a punto de dejarlo, yo tenía novio y lo de infidelidad no me va. Alberto me pidió el Messenger y yo se lo di ya que pensé que eran menos cuernos que si le daba el móvil. Estuvimos un tiempo hablando por Messenger y quedando pero siempre sin hacer nada de nada, como amigos, hasta que me di cuenta de que me gustaba mucho y dejé a mi novio de forma definitiva. Lo fuerte es que el susodicho vivía en Alcalá de Henares y fue Alberto el que me acompañó en coche a recoger las cosas que tenía en casa de mi ex. Yo estaba confundida y me sentía mal por mi ex, así que tardamos un poco en iniciar nuestra relación. Eso sí, veinte años después estamos casados y tenemos dos hijos… lo que significa que Alberto tenía razón cuando le dijo a su amigo Marcos aquello de que había visto a la madre de sus hijos. Por cierto, en nuestra boda Marcos fue el padrino y Pablo, el arquitecto guaperas, fue uno de los testigos.>>

A ver, la conclusión que saco yo de esta historia, es que el alcohol desinhibe y la juventud también. Es evidente que eso nos ponía las cosas más fáciles cuando apenas pasábamos de los veinte. Aun así, ahora tenemos algo que no teníamos entonces: experiencia. En esto del ligoteo hay que echarle narices y si vemos a alguien que nos gusta hay que hablarle con cualquier excusa… ¡el no ya lo tienes! Tampoco hace falta ir diciendo por ahí que acabas de conocer a la madre/al padre de tus hijos, ¿eh? A Alberto le salió bien y adivinó su futuro con Marina pero, no nos vamos a engañar, eso no suele pasar. Mejor buscar algún otro tema de conversación que no asuste a nadie, ni al objetivo ni al amig@ que tenga que aguantar nuestra chapa. Echadle morro y si os rechazan pues nada, ¡a otra cosa mariposa!

Bien, hasta aquí el artículo de hoy, ¡próximamente más! Si te gustaría que diera forma a alguna de tus historias de des(amor), puedes mandármela a través de Weloversize o de mis redes sociales. ¡Hasta pronto!

La Doctora Desamor

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