¡Qué nos gusta un trapito oiga! Da igual de qué tienda, de qué marca. Tú dame ropa y se me pasa todo. Eso sí, hay unas cuantas cosas que yo quitaba… igual que los lunes, vamos:

  • Las etiquetas: ¿pero por qué? A ver, señores fabricantes de ropa. Creo que a todas nos gustaría saber de qué coño están hechos esos trocitos de tela (bueno, trocitos trocitos… algunas parecen más largas que un ticket de compra del Carrefour…). Da igual que las cortes, que las quemes, siempre, SIEMPRE queda ese “poquito” que te roza en el lateral y te acaba haciendo herida. Y ya ni hablemos de si es la de la braga…
  • Los tirantes del sujetador: sí amigas, las regulamos, las colocamos, nos vestimos y de repente entra un pequeño duende y las retuerce como si fuera una vía de montaña rusa. ¿Existirá un sujetador que se deje domar?

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  • Las puntillas de las bragas/tangas: decidme que no; no hay nada más incómodo que esas puntillas que vienen en el bordecito de las bragas. Que sí, que mira que son monas, que en el primer momento que nos las ponemos decimos “ou yeah” pero… ¡quítatelas! Y aparecerá un surco como el cañón del Colorado. Eso para que te acuerdes de ellas…qué ricas.
  • Las pelotillas: da igual la calidad del suéter, ya puede costar 5 euros que la venta de un riñón, al final empiezan a surgir del él cual setas unas pequeñas bolitas. Y bueno, llega un momento en que son tan grandes que nos apetece hasta cobrarles alquiler.
  • Medias nuevas: el mayor gustazo del mundo es estrenar unas medias, aunque dentro de nosotras está esa voz que nos dice “cuidaaado, se van a romper, esa uña, no la acerques ahí…”. Y… ¡bingo! Siempre sucede. Si alguien sabe por qué no se destrozan las feas que me lo diga, que de esas tengo un cajón lleno y puedo hacer reparto!!!

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Irene RP.