Me acaban de informar de que este verano se casa una de las pocas primas que me quedaba soltera. Me alegro por ella, un montón, además. En serio. Pero no me apetece nada de nada de nada que me invite. Es decir, sé que estoy invitada, no necesito recibir la invitación formal para cerciorarme de ello. Somos primas hermanas y nos llevamos bien y no va a hacer la típica boda íntima, es de cajón que cuentan conmigo. Pero no quiero ir.

Después de toda una vida supeditando mis deseos a los de los demás, he decidido que, a partir de ahora, voy a hacer solo lo que yo quiera hacer. Y una de esas cosas que hacía sin puñeteras ganas era ir a bodas. Si es que las odio. Puedo entender que a la gente le gusten y que las parejas decidan dar ese paso y celebrarlo con los suyos. Es solo que yo no quiero ir. Lo siento, no me invites a tu boda porque no voy a ir. Y estos son mis motivos:

 

  • No me gustan

Es que no me gustan nada. Ni la ceremonia, tanto civil como religiosa, ni la parafernalia ni nada de todo lo que se monta alrededor de la celebración. Por no gustar, no me gusta ni la parte de comer. Porque no soy de esas personas a las que les encanta la comida, mucho menos pasarme horas alrededor de una mesa.

  • Me hacen sentir mal

Sé que es muy probable que esto me pase solo a mí y no pido que nadie lo entienda. Hace mil años que no tengo pareja y estoy feliz en mi soledad, pero, no sé porqué, las bodas me acomplejan. Sobre todo, esas en las que no conozco a mucha gente y tengo que estar obligándome a socializar con desconocidos. Porque es curioso, pero cuando vas a una boda, con quien menos tiempo pasas es con los novios, que son los que te querían ahí. Bueno, eso, que me rallo y me siento un bicho raro. Me da la sensación de que todo el mundo me juzga, que analizan por qué no tengo pareja y cuánto hará de eso… Sé que son paranoias, pero lo paso mal.

  • No las disfruto

Es verdad que a veces sirven para ver a amigos o familiares que hace tiempo que no ves, esa parte está bien. No obstante, en general, puedo afirmar que no las disfruto nada. Como ya he mencionado, no me gusta comer. Y tampoco me gusta beber. Ni bailar. Ni gritar ‘que se besen, que se besen’. ¿Soy un coñazo? Habrá quien diga que sí, y lo seré, pero soy como soy. Eso no puedo cambiarlo. Lo único que puedo es decidir si voy o no. Y no quiero ir y exponerme a que se note que lo estoy pasando con el culo y encima alguien pueda pasarlo mal por ver que yo lo estoy pasando mal.

  • Salen muy caras

Entre la peluquería, la ropa y el regalo se pone la cosa en una barbaridad de pasta que no me puedo permitir o que me supone muchísimo esfuerzo. Por no decir nada de aquellas que te pillan lejos. No me gustan las bodas, aunque menos me gusta ir y no hacer regalo, eso no es opción. Siento ser así, pero creo que es comprensible que la economía sea uno de los motivos por los que prefiero que no me invites a tu boda.

Es por todo lo anterior que no voy a ir a la boda de mi prima ni a las que le sucedan. Porque yo la quiero y sé que ella me quiere. Sin embargo, también sé que el que se supone que será (ejem) el día más feliz de su vida, lo será igual aunque yo no esté allí para ser testigo de ello. Tanto en su caso como en el de prácticamente cualquier persona que me pueda invitar a su boda. De modo que así se lo voy a explicar y, salvo que de verdad me apeteciese asistir, no voy a volver a ninguna boda más.

 

Anónimo

 

Envíanos tus movidas a [email protected]

Imagen destacada