(Atención: esto es un relato humorístico, tener esto en cuenta antes de rajar a lo loco)

 

Estoy de los nervios, tanto que, hace media hora que me he levantado y ya he ido al cuarto de baño tres veces, y no penséis que a hacer pis, claro. 

Hoy es mi primer día de trabajo después de estar casi dos años subsistiendo con la miseria de ayudas que da el Estado, me reincorporo al mercado laboral con un puesto de lo más curioso. Nunca había oído hablar de algo así, pero cuando la economía está más tiesa que una viga de madera, casi cualquier cosa es buena. Durante tres días, que corresponden al período de prueba, seré «arruinadora de bodas». Sí, sí, así consta en el contrato que firmé ayer.

Mi función será estropear casamientos a petición de una de las partes y cuanto más creíble sea, más cobraré.

Solo hay una condición: No hacer uso de los cuerpos de policía ni bomberos. Por lo visto, ya han tenido alguna que otra queja y la empresa ha tenido que correr con los gastos. No entiendo por qué hay gente que prepara todo y luego, no quiere dar el paso. ¡Menuda manera de malgastar dinero! 

Para estrenarme como arruinadora, Marina, la chica que me entrevistó ayer, me ha asignado un caso que parece bastante fácil. La novia se casa porque quiere ocultar a su entorno su orientación sexual y su futuro no marido ha descubierto que le es infiel con mujeres desde que comenzaron la relación. Mi función será la de hacer una aparición estelar aparentando ser lesbiana diciendo que no puedo consentir que en pleno siglo XXI sigan habiendo puertas de armario cerradas. 

A primera hora he tenido una reunión con el novio. Me ha dado mucha pena, al pobre se le veía muy enamorado, a pesar de sentirse  engañado creyendo que su futura mujer quería llegar virgen al matrimonio. Está totalmente dispuesto a sacarla del armario delante de su familia, la que por cierto, es homófoba hasta la médula.

Quedan tres minutos para abrir el portón de la iglesia, la tía esta no quería engañar solo a su familia, sino también a Dios, ese en el que yo no creo, pero tampoco será cuestión de meter a la Iglesia en su tapadera.

Me he vestido con lo que Google «considera» ropa de lesbiana. No entiendo por qué vestir como si fuera un hombre, me hace más lesbiana y mientras pienso en eso, recibo un mensaje de la futura no suegra en el que pone: «Adelante con tu plan».

—¡Paren este teatro! No puedo consentir que la mujer con la que hace un par de noches hacía la tijereta más salvaje de mi vida, contraiga matrimonio con un hombre. Esa mujer de ahí —digo señalando a la novia que me mira con los ojos abiertos como platos—, no ha visto un pene en su vida. Le gusta el pescado, pero, ¿no la veis? Es el claro prototipo de lesbiana de manual. —Lo cierto es que yo no creo en esas cosas y soy muy abierta de mente, ¿a mí qué me importa con quién se acueste la gente?

—¿Se puede saber quién eres? —me pregunta nerviosa en cuanto llego al altar—. Yo a ti no te he visto en mi vida, pero mírate, menudos trapos llevas. No sé quién eres. No te conozco. 

—¿En serio no me recuerdas? —Si me dice que sí, me caigo muerta aquí mismo. Espero que Miguel, su prometido, empiece a hablar ya, se me están acabando las ideas.

—¿Carol? ¿Qué dice esta mujer? Si tú no has mantenido relaciones sexuales nunca. No podías consentir no llegar pura y casta al matrimonio.

—Yo…, yo… No sé qué decir. Papá, mamá, creo que no me voy a casar.

—Pero, ¿qué dices, hija? Nos hemos gastado un dineral. ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? Y tú —me dice el padre de Carol clavando su dedo índice en mi pecho una y otra vez, seguro que me sale una moradura del copón—, vete por dónde has venido pecadora del infierno.

—Oiga señor, pero, ¿usted de qué va? Me está haciendo daño. Deje el puñetero dedito quieto. Carol —digo mirándola a ella poniendo cara de pena, dolor y sufrimiento—, me has defraudado. No puedo seguir contigo, ya no confío en ti.

Me doy la vuelta fingiendo la mayor decepción del mundo y me voy dejando a todos los asistentes mudos. Ha sido pan comido. Creo que este trabajo se me va a dar de maravilla.

Si os ha gustado la forma de arruinar con humor una boda, podéis sugerirme ideas, las puedo añadir a la lista que ya tengo escrita y si a las chicas de Weloversize les parece bien, voy añadiendo más formas de arruinar una boda. Pensadlo seriamente, si se nos da bien, entre todas podemos casi hasta crearnos una empresa, ¿eh? Arruinadoraspuntocom. Suena de maravilla. 

Alba C Serrano