¡HORROR! ¡DRAMA! ¡FRACASO!

He vuelto a casa de mis padres tras siete años independizada (estudiando y mantenida, no nos engañemos, que a una todavía le faltan recursos para independizarse de verdad) y la industria del cine nos tenía completamente engañados. No es un drama, ni de lejos.

Tras la fase inicial de choque de costumbres (porque tu madre no es de hacerse macarrones a las 3 de la madrugada), la cosa no va tan mal. También os digo que esperar reencontraros con la idea de vuestro hogar que teníais con 18 años es un error, las cosas han cambiado.

 

  • Tu habitación: ¿Te acuerdas de la pared llena de pósters de la Súper Pop y de la cama llena de peluches? Pues los míos ya no están. Pero no todo es perder ¡también hay cosas nuevas! Ahora tengo un armario lleno de abrigos de mi padre y vestidos de mi madre. De hecho, soy afortunada y hasta me he encontrado con una bicicleta elíptica que en algún punto entre la década de los setenta y los ochenta estuvo de oferta. Pero, eh, ¡gimnasio vintage!

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  • Tus padres: Ahora que ya soy una graduada universitaria, una persona hecha y derecha, una persona responsable(NO)… ya no me tratan como una niña. Estoy redescubriendo a mis padres que me cuentan sus ideas, preocupaciones e inquietudes, y eso no está nada mal. Y no lo estuvo hasta que mi madre descubrió el otro lado de internet y me relató todos los creepypasta de Slenderman que encontró en la red como si fueran la película del domingo de Antena 3. Como dos semanas me tuvo con el tema.

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  • La limpieza: Para muchos, volver a casa será sinónimo de relax, dejárse hacer, retroceder en el tiempo. MENTIRA. Creo que no he cocinado, barrido y fregado tanto en mi vida, pero estoy lejos de quejarme. Los que hayáis compartido piso con alguien poco amante de la limpieza lo entenderéis. Da gusto poder hacer las tareas de casa sin tener que sobrevivir a una pelea a muerte con la pelusa de debajo del sofá cada vez que coges la escoba, pero esa es otra historia.

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La verdad es que no está nada mal. Es algo de lo que intento disfrutar y sacar el mayor número de anécdotas posibles, ya que lo más probable es que no vuelva a convivir con mis papás en muuucho tiempo. Y, aunque esa independencia es el ansiado objetivo, no podéis culparme por disfrutar del momento hasta que vuelva a volar del nido.

 

Clara Rico.