Marcho unos días de vacaciones y ya me estoy viendo por adelantado en la playa, tirada en la toalla bajo la sombrilla… Ahora que lo pienso, mejor una tumbona y un mojito en la mano, musiquita tranquila de fondo. Y, puestas a pedir… ¿qué más? Pues oye, a los amigos me los llevo pero no le haría ascos a un amor fresco y veraniego.
Desconectaré la parte controladora de mi cerebro nada más sentarme en el avión y meteré en la maleta predisposición positiva para dejarme fluir y disfrutar de lo que surja. Prometido. Pero dicen que a la vida hay que pedirle, como a los Reyes Magos, así que yo voy a hacer mi lista de peticiones para encargar mi amor de verano.
- Me lo pido juvenil, no necesariamente joven –aunque ya le he perdido el miedo a los yogurines–, pero sí con un espíritu alegre y desenfadado, ya que se trata de pasarlo bien. Nada de malos rollos.
- Amor libre y fugaz. Que no se plantee algo a largo plazo porque las relaciones a distancia son difíciles de partida y no entran en el plan. Estoy por borrar esto, que la boca es muy castigada…
- Me pido esa sensación de tonteo, ese enamoramiento fugaz propio del verano. Risas, besos, miradas, paseos cogidos de la mano…#toelrrato. Y mambo, claro, que he dicho amor de verano pero ya no tenemos quince años.
- Quiero un viaje de vuelta en una nube, la alegría en la cara, recordar cada tontería, cada beso, cada comentario, cada baile… Y que el buen recuerdo y la sonrisa idiota me duren algún tiempo, hasta la vuelta al cole de septiembre, ¡por lo menos!
Y todo concentrado, intenso y efímero porque hay que consumirlo antes que mi billete de vuelta.
¿Qué ponéis vosotras en vuestra lista?
Foto de portada: Eleazar en Flickr