Entre la información extraña que me llega del universo, concretamente, del universo sexual, me encuentro con muchos casos de relaciones sexuales que, cuanto menos, me llaman la atención, y cuanto más, me escandalizan. Primero, algunos ejemplos. Después, mi veredicto.

  • La que no se toca. Esto no me llamaría la atención de entrada, cada una es libre de hacer y deshacer con su cuerpo lo que le parezca mejor; pero me quedé ojiplática cuando me enteré de que era porque cuando lo intentó, no le pareció placentero. ¿Ein? Será porque no llegó al orgasmo… ¿y cuando está acompañada tampoco disfruta? Por suerte hace poco ha debido descubrir América y ha adoptado la sana costumbre de darse placer a sí misma.

  • La que no se corre. Hay un porcentaje altísimo de mujeres que no llegan al orgasmo, normalmente (cerca de un 40%), sin embargo, no hay ni una que, biológicamente esté incapacitada para llegar al clímax.

  • La que le comen el chichi fatal. O sea, que te lo puede hacer mal la primera vez, pero para la segunda, ya le habrás dado algún consejillo, ¿no? ¿NO? No. Muchas no se quejan, doy fe.

  • La que sólo lo hace con la luz apagada. En este punto entran las que no se desnudan del todo nunca, o sólo se desnuda a oscuras.

  • La que no hace ni un ruido. No hay que cantar ni creerse Lucía Lapiedra, pero coño, a poco que respires, se te escapa algún gemido, no sé. Y te diré más: a él/ella le mola: se entera de que estás disfrutando.

Hay mil situaciones más, pero estas son las que más he escuchado. ¿Os sorprende? A mí, no. El denominador común a todo esto es inseguridad y falta de confianza en una misma.

¿Por qué? Tacháááán:

Porque esta sociedad nos enseña cómo debemos ser IMPERATIVAMENTE, tanto física como actitudinalmente, y como ese ideal es tan inverosímil, tan imposible, el mensaje que se nos queda en el cerebro es: no conseguirás EL objetivo jamás, así que escóndete, avergüénzate. Sé buena, sumisa, el que sabe es él, él controla, él domina el 100% de las situaciones, si no te gusta, la que tiene el problema eres tú.

Por otra parte, si disfrutamos del sexo: putas, y si encima hablamos abiertamente de ello, reputas.

Y, con todo esto, ¿quién se va a quejar del cunnilingus de mierda que le han hecho? Si somos lo peor, si las que estamos mal somos nosotras de serie, será que somos frígidas, no que él es un completo inútil.

Vamos al foco del problema: vamos al espejo, a aceptar lo que hay enfrente. Con las pestañas larguísimas y con las estrías del culo; con los dientes colocados y los michelines celulíticos, con la simpatía del sábado y la estupidez del lunes, con el pelo peinado y la cara lavada, con los triunfos compartidos 1000 veces y los errores inconfesables.

Porque la imagen que se refleja nos acompañará hasta que se acabe el viaje. O empezamos a aceptarla y cuidarla, o cuando miremos atrás, veremos el precio taaaan caro que hemos pagado por intentar parecernos al ideal en vez de ser lo que somos.

 

 

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