Ser sexóloga me ha permitido tener uno de los trabajamos más, digamos interesante y diferente, que es trabajar en un sex shop. No solo me permite ayudar a la gente con sus dudas sobre sexualidad sino además orientarles para escoger los productos adecuados para ellos.

Si es verdad, que este trabajo también tiene en ocasiones sus  “peculiaridades”, estas son solo algunas de las cosas que más me han impactado.

  1. Un vibrador es como unas bragas, es decir, NO SE PUEDE CAMBIAR, hasta ahí todo bien y todos lo entendemos ¿No?, pues muchas veces me han intentando devolver los juguetes, incluso un cliente me dijo que total “solo lo había usado una vez”.
  2. Venir a comprar el pollón más grande que encuentren y pedir que se lo envuelva porque es para un “regalo” (claro claro lo típico que todos regalamos) más de uno se lo ha tenido que llevar debajo del brazo como una barra de pan porque no tenía con que envolver semejante troncho.
  3. Muchos hombres insisten ( a pesar de que nosotras les decimos que no es lo mejor) en llevarle el pollón más grande que hay a su mujer. En más de una ocasión ha venido después ella a la tienda para intentar cambiarlo mientras le gritaba que era un desgraciado al marido. Mientras yo en medio de esto, súper cómodo.
  4. Una vez entró un señor a la tienda y se acercó al mostrador, yo le pregunté amablemente en que podía ayudarle, el pobre se puso tan nerviosos que solo decía palabras sueltas y entrecortadas, mientras le miraba intentando adivinar que quería me grito ¡Es que es muy difícil hablar contigo! Y se largó dejándome con cara de ¿Hola?
  5. En otra ocasión un cliente me confundió con una prostituta y me dijo que cual era mi tarifa.
  6. Tengo que regañar constantemente a la gente para que deje de fustigarse y azotarse con las palas y las fustas de la tienda (Señores vengan azotados de casa, gracias)
  7. La gente tiene severos problemas para pedir exactamente lo que quiere, un cliente me pidió un lubricante y era incapaz de decirme para qué lo quería, eso si inconscientemente se toco el culo como 4 veces.
  8. Muchos clientes después de atenderles me dicen que qué alivio que soy una persona normal, supongo que ¿Gracias?
  9. Tener que llamar la atención a la gente, sobre todo los “grupitos” porque no dejan de reírse y montar un espectáculo, entiendo que son cosas muy llamativas y que pueden llamar la atención, pero por favor ¡Compórtense!
  10. En la tienda donde yo trabajo, tenemos una parte muy 50 sombras de grey con un columpio, un sofá, una cruz de sado, muy erótico todo. Pues bien, un día una señora me pidió hacerse una foto en este sitio (a la gente le pirla) encantada le dije que sin problema, para mi sorpresa la mujer se desnudó hasta quedarse en lencería de encaje y medias con liguero, mientras le pedía a otra clienta que le hiciera la foto, ¡aún sigo en shock!

Por tanto, si estáis pensando en ir a un sex shop próximamente, saber que por lo general los que trabajamos ahí somos personas totalmente normales, y que os agradecemos enormemente que os comportéis como las personas que se supone sois.