Tener la autoestima baja afecta en muchas más cosas de lo que solemos pensar. No solo es si me veo guapa, gorda o flaca, sino cómo ese concepto que tengo sobre mí misma me hace comportarme distinto y sentirme tremendamente inferior a otras personas. Intentando recapitular en mi propia experiencia, aquí va la lista de 10 cosas (entre miles) que dejé de hacer porque tenía baja autoestima. Veamos si te suenan. 

 

Si tienes la autoestima baja, DEBES leer este libro

 

Vestir cómo quería: Habrá quien piense que es una exageración pero dime si has querido ponerte cierta prenda y no lo has hecho porque te daba vergüenza que te juzgaran por ello. Escotes, faldas, pantalones de campana, pantalones apretados, cuero, animal print…No me refiero a probarte algo y ser consciente de que por el motivo que sea no te favorece y no lo compres, sino no llegar ni siquiera a intentarlo por tener sensaciones como: “¿cómo me va a quedar eso bien a mí?” “Con este cuerpo no puedo vestir así” “Me mirarán mal, me criticarán o se reirán de mí”, etcétera. Debido a los cánones de belleza nos creemos todas esas mentiras de que si no tenemos el cuerpo así o asá o nuestra cara tiene forma de pera y no de triángulo hay cosas que tenemos prohibidas, cuando en realidad la moda está para divertirnos, probar, conocernos, identificarnos…La moda es mucho más que tallas así que no te quedes con las ganas de arriesgar porque, desde mi propia experiencia, atreverme a hacerlo fue también un punto de apoyo para mejorar mi autoestima.

Lanzarme con los tíos: Toda la vida pensé que eso solo podían hacerlo las chicas guapas y delgadas. Salía con mis amigas y podía haber una química brutal con un tío pero ¿cómo me iba a lanzar? Yo, la gordita del grupo, la del pelo ondulado estilo Mufasa…Adopté enseguida el papel de la graciosa del grupo y nunca me atreví a dar el paso con los chicos que me gustaban y te confirmo algo: cuando estás insegura, la gente lo nota. Con el tiempo empecé a comportarme como si tuviera la autoestima por las nubes (sé que suena loquísimo pero actuar como si ya fuera “la mujer de mis sueños” hizo que poco a poco ganara mucha más seguridad en mí misma al ver la de cosas guays que pasaban y que no se originaba ninguna catástrofe) y empecé a ver cómo hacía nuevas amistades, como atraía a los chicos que yo quería…Y ojo, también me llevé alguna negativa pero lo importante es que había cruzado la línea del miedo.

Vestir cómoda un bikini: Dejé de ir a los planes que requerían bikini  cuando era una adolescente y recuerdo incluso veces que quedábamos para ir a la playa con amigos y yo me quedaba todo el rato vestida, a casi 40 graditos en Agosto, solo porque me daba vergüenza estar con chicos y que ellos me vieran como el antimorbo. Algo que entendí con el tiempo es que nadie está pendiente de tu cuerpo en la playa y quien lo esté es que no tiene vida, Maripuri. El resto de los mortales está para disfrutar y ponerse morenito pero nuestra cabeza nos hace creer que somos el objeto de todas las miradas e incluso nos lleva muchas veces a malinterpretarlas: a veces alguien te mira porque le pareces un puto bellezón y tú pensando que lo hace por todo lo contrario. 

Comer libremente: Tú puedes tener ganas de una hamburguesa con queso o una pizza cuatro estaciones pero si estás con alguien a quien intentas impresionar, vas a pedirte la menor cantidad de comida y la que sea más light o fácil de comer, evitando así posibles chorretones o alientos de la muerte. Con una baja autoestima somos incapaces de reírnos de nosotras mismas y cualquier situación incómoda nos pone en un lugar de vergüenza y miedo. Puede que no comas lo que te apetece por miedo a engordar o miedo a lo que piense el otro pero la cuestión es que no te permites ser tú solo por las ideas que tu mente te hace tener sobre ti. 

Poner límites: Cuando tenía una baja autoestima era prácticamente un autómata que le hacía los coros a toda la gente de mi entorno. Claro, el día que eso cambió y empecé a darle valor a lo que yo sentía o pensaba, la gente empezó a “sentirse decepcionada conmigo”, “no entenderme”, “sentir que había cambiado” y lo pongo entre comillas porque lo que de verdad pasaba es que había dejado de satisfacer SUS necesidades para priorizar las mías. Cariña: dentro de ti hay un ser maravilloso con valores y opiniones que tienen importancia. La gente que se quede a tu lado será la que te quiera y te acepte, no intentes mantener a nadie a costa de perderte a ti por el camino. 

Sentirme guapa: Han tenido que pasar muchos, muchos años para que verme en un espejo no supusiera una lluvia de juicios. Nunca me sentía lo suficientemente guapa, lo suficientemente delgada, lo suficientemente sexy y pensaba que todo el mundo me veía así, por supuesto incluyendo los chicos. Cuál fue mi sorpresa cuando hablando con chavales que conocí en mi adolescencia, la etapa más difícil para mí en cuanto a autoestima, me dijeron que siempre les había parecido una chica guapísima. Yo pensando que me consideraban un orco y en realidad nunca fue así para nadie más que para mí.

Elegir relaciones sanas: Al sentirme tan poca cosa valoraba muchísimo que alguien me diera cariño y eso me llevaba a tener amistades y relaciones de pareja que eran súper tóxicas pero era incapaz de verlo. Yo me sentía súper amada y pensaba que tenía que aguantar lo que viniera porque era difícil que cualquiera me quisiera. Tenía amistades que me utilizaban, me hablaban mal y me manipulaban pero yo seguía ahí pensando que eso era lo mejor a lo que podía aspirar. NO, MI AMOR. Seas como seas, eres merecedora del amor más enorme del planeta (menos si matas animalitos indefensos o no te gustan las croquetas, ahí ya no sabría decirte) y siempre habrá alguien dispuesto a amarte así que no aceptes migajas.

Ver mis cualidades: La gente me decía que era buena en algo y no me lo creía. Pensaba que lo decían porque me querían mucho o para complacerme pero yo era incapaz de pensar que quizás tenían razón y tenía talento y cualidades. Eso me llevó a desconectarme de mis pasiones, de mis aficiones, de lo que me gustaba hacer, porque siempre pensaba que no era lo suficientemente buena, entonces “¿para qué iba a hacerlo?” y de verdad que empezar a ser consciente de mi valía ha hecho dar un vuelco a mi vida.

Perseguir mis metas: Como decía en el anterior punto, al no sentirme nunca lo suficientemente buena, era incapaz de comprometerme con mis sueños y mis metas. Empecé a creerme lo que los demás  me decían sobre lo difícil que son las cosas, lo mucho que hay que luchar…y os juro que no era pereza, era la verdadera sensación de no ser capaz de tirar adelante. Cuando trabajé en mi autoestima y conseguí mejorarla, una de las primeras cosas que hice fue aclarar en mi cabeza qué era lo que realmente quería hacer para ser feliz y comprometerme a muerte con ello.

Ser yo misma: Un punto que resume casi todo lo que he dicho en los anteriores. Durante años no me permití ser, sentir, actuar, pensar, decidir, amar, bailar, reír como yo. Elegí, sin yo saberlo, ser un reflejo de lo que eran las personas de mi alrededor y de esa forma agradar y parecerme a ellas, que tanto las idolatraba. Ser yo era casi un privilegio para mí. Es fuerte, ¿eh? Vivir una vida reprimiendo lo que eres por el mero hecho de no valorarte lo suficiente. 

No sé si habrás hecho Bingo con todos estos puntos o si incluso tendrás más para aportar pero amores: todas hemos venido para brillar, solo que a veces nos despistamos por el camino y perdemos el rumbo. Todas tenemos en nuestra mano elegir quién queremos ser y a veces la vida nos lo pone jodido y nos llena de miedos e historias que no nos ayudan pero siempre estamos a tiempo de volver a conectar. He tardado muchos años en hacerlo pero bendita la hora que dije “hasta aquí” y entendí que todo, todo, todo está en nuestra mente y sí tenemos el poder de trabajar en ella. 

Os deseo una vida donde nunca más falte lo principal: el amor hacia vosotras mismas.

 

Redacción WLS