¡Todas las madres dicen lo mismo!

Esto era algo que rumiábamos mis amiguis y yo en los descansos del instituto cuando intercambiábamos anécdotas de casa.

A su vez, comentábamos que nosotras seríamos mamás diferentes que nunca utilizaríamos esas palabras mágicas y que buscaríamos otra mañanera de hacer llegar la información. ¡FAIL!

Cuando te quieres dar cuenta, dentro de ti se abre un manual donde aparecen los 10 mandamientos de la madre y los vas soltando por tu boca sin percatarte de ello.

1. ¡Cuánto te pareces a tu padre! Esto puede ser tanto un alago como un toque de atención. Muchas madres dicen que es injusto estar 9 meses de embarazo para que luego el parentesco con la madre, a nivel físico, sea nulo. Pero si alguna vez te dicen esto con algo de retintín es porque te pareces a tu padre en otros aspectos que no sea en los ojos.

2. Sé que te pasa algo porque soy tu madre y te he parido. Argumento de autoridad donde los haya. El vínculo que se genera durante los 9 meses de gestación hace que sepas todo de tu hijo y tengas la capacidad de incluso adivinar qué está pensando.

3. ¿Te has pensado que soy el Banco de España? Llevar la economía de un hogar no es fácil. Cuando tienes a tu primer hijo te das cuenta de que todo es dinero y que estás constantemente abriendo el monedero. Lo malo es cuando la criatura empieza a abrir la boca y a pedir y pedir.

Más dinero

4. ¿Qué problemas vas a tener tú si no pagas hipoteca? Pregunta retórica donde las haya. Esto se utiliza para cortar por lo sano los días existenciales de cualquier teenager. Yo recuerdo que la odiaba porque pensaba “mis problemas son peores” y no, no era cierto. Aunque no lo creas, esto es una lección de vida importante. Desde ese instante, te das cuenta de dos cosas: no hay que ser tan dramática y de mayor vendrán problemas peores.

5. ¿Y si tus amigas se tiran de un puente, tú también lo haces? ¿Quién no ha escuchado esto? Como hijas, tenemos la manía de comparar, y como madre tenemos la obligación de hacer entrar en razón a nuestros descendientes de que no todo se debe hacer como quiere la multitud.

6. A mí me da lo mismo que a tu amiga le dejen, si yo fuera su madre, estaría igual que tú. Esta frase se extrapola a la típica conversación en la que tu hijo te dice que a su amigui le dejan hacer algo o ir a un sitio y entonces tú, como buena madre, sueltas: “A mí me importa un rábano lo de tu amiga, mi hija eres tú”. Es un argumento de autoridad en toda regla.

7. Hasta que no lo rompas no te quedarás tranquilo. Más que una frase, es un desafío. Cuando la dices, sabes que o lo rompe o va a hacer más esfuerzos para que destrozo sea mayor. Ahora bien, aquí la psicología inversa nos sería útiles, pero si decimos eso de: “Rómpelo, si total”, se lo cargarán y se quedarán tan pichis.

8. Si no dejas de llorar, te voy a dar Yo razones para que lo hagas de verdad. Cuando ya no sabes qué hacer para que los pucheros innecesarios de tu hijo paren, sale esta frase de tus adentros y te quedas más a gusto que un arbusto.

9. A mí tampoco me gusta y tengo que hacerlo. Se suele decir cuando algunos de tus frutos dicen que no quieren ir al cole, a casa de la abuela o ayudarte a las tareas. Es una manera de enseñarles lo que es la responsabilidad y que deberían ser obedientes por lo que pueda pasar

10. ¡Ten hijos para esto! ¡Frase estrella! Cuando no se quiere hacer una foto contigo te niega un beso, la dices. Cuando no te haces caso, la dices. Cuando no te ayuda con la compra, la dices. Cuando era bebé y se quería ir en brazos con cualquiera, la dices. Creo que es la única que la dirás hasta la saciedad.

 

¿Hay una más que no haya mencionado? Supongo que cada madre tiene un estilo distinto al decir las cosas, pero muchas habremos coincidido con estos proverbios tan ancestrales.