Si en enero del año pasado nos hubieran dicho que viviríamos el año que hemos vivido, seguro que no nos lo hubiésemos creído. Las cosas eran francamente diferentes entonces. Nos ha tocado adaptarnos a un mundo de virus y mascarillas, de gel hidroalcohólico y distancias de seguridad. Nos ha tocado tomar conciencia e intentar mantenernos sanos. Y lógicamente dentro de todo este cúmulo de cambios se encuentran las relaciones sociales… Casi el giro más brusco que hemos tenido que asumir. En otros tiempos quedan las salidas para perrear, las quedadas a cualquier hora sin límites de invitados o las citas con este o aquel.

Como mujer casada lo cierto es que no puedo opinar sobre cómo ha cambiado eso de ligar en una pandemia. Pero he escuchado a algunas amigas y en parte todas han llegado a la misma conclusión ‘pillar ya no es lo que era‘. Ahora el ingenio dice mucho ya que la mayoría de los espacios donde acostumbrábamos a ligar o están cerrados o tienen restricciones. Pero el ser humano es un ente que se adapta al medio y a las condiciones, y aquí la que más o la que menos ha sabido darle a su cuerpo alegría con pandemia o sin ella.

Beatriz, 32 años, teletrabajadora empedernida

Yo era de las de perrear bien hasta abajo. El ligoteo de discoteca me pone loquísima y llevo todo el año intentando hacerme a la idea de que algún día volveremos a las tarimas. ¿Mis ligues? Lógicamente aquellos rollos de una noche a ritmo de reguetón se han acabado por el momento, ahora si quiero conocer a alguien tiro de Tinder y que sea lo que Dios quiera. Siempre he sido muy crítica con eso de ligar sin conocerse físicamente, pero con esto del teletrabajo y el semiconfinamiento, no hay más remedio. He tenido algún que otro éxito estos meses, todo sea dicho. Aunque también he dado con algún troll de esos de tener que darles de comer a parte.

Irene, 29 años, ella se puede sola

Me quedé en paro en junio, así que en verano no tuve más remedio que volver a casa de mis padres. Ellos felices, pero yo… no tanto. Así que aquí estoy, viviendo en un pueblo de no más de 1.000 habitantes, rodeada de campo y de señores que llevan un palillo colgando del labio. Que esto será muy covidfree pero lo de ligar lo tengo realmente jodido. He quedado un par de veces con algún ex de mis tiempos mozos pero al final casi prefiero darme amorcito yo sola. Conmigo se han venido un buen arsenal de vibradores y succionadores que como mi madre me los pille va a pensar que soy una enferma o algo por el estilo. Pero lo llevo bien, estoy rodeada de campo, huele un poco a caca de vaca y cuando quiero tengo orgasmos. Todo correcto.

Marta, 36 años, divorcio en plena pandemia

Sí, podría decirse que mi caso fue uno de esos que no sobrevivió al confinamiento de la primavera. El que era mi marido y yo llevábamos tres años casados, y después de varias semanas encerrados llegamos a la conclusión de que éramos de todo menos felices. ¿Cómo sobrevive desde entonces mi parrusa a todo esto? Pues aún a riesgo de que se me critique… estoy hecha un zorrón. Desde el verano he aprendido a recuperar el tiempo perdido y sin yo darme cuenta le lanzo la caña a todo aquel que me entra por el ojo. Soy comercial de profesión y eso me permite estar en contacto con mucha gente. Así que podría decirse que el coronavirus me ha traído una nueva vida a la que he sabido adaptarme.

Helena, 20 años, la estudiante que ya no puede más

Mira, no me hables de sexo, relaciones o parrusas ahora mismo porque esto está siendo un mojón de los grandes. Había empezado con un compañero de la universidad en marzo y a los pocos días nos encierran. Encima, mis padres se vuelven medio tolais y me exigen que me vuelva a casa, que eso de quedarme en Madrid ni de broma. Así que ni relación ni ostias tres. Estuvimos durante todo el confinamiento con llamadas, videollamadas, conversaciones subiditas de tono… Pero la falta de contacto nos hizo enfriarnos así que poco antes de poder salir de nuevo de casa decidimos dejarlo al menos hasta volver a vernos. Pasó el verano, yo en mi casa él en la suya, y en septiembre a la vuelta yo le escribí con toda la esperanza de que él me dijera que me había echado de menos y que recuperásemos el tiempo perdido. Nada más lejos de la realidad, él llevaba varios meses dándose amor con otra compañera así que desde entonces yo me lo doy a mí misma, entre otras cosas porque paso de pillarme de nuevo y que nos vuelvan a encerrar. Una y no más.

Susana, 48 años, la de la experiencia

Pandemias a mí. Nunca he sido tan feliz como en marzo, abril y mayo. Llevo muchos años trabajando de dependienta de cara al público y el cierre a mí me supuso un descanso total mentalmente hablando. ¿Y el sexo? Mira, llevo tanto tiempo soltera que he aprendido a disfrutar de mí misma sin depender de que otra persona me toque aquí o allá. Que esto no quiere decir que estos meses no haya tenido compañía… Pero todos han sido personas de confianza con las que ya había estado. No está la cosa para andar jugándosela con desconocidos.

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