Seguro que todas conocemos el conocido dicho “el dolor de un parto es equiparable al de un hombre con catarro”.

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Hasta aquí bueno, es cierto que quejarse es un deporte nacional y eso hace que todo el mundo haga la gracia. Lo que nos cuesta entender es por qué en lugar de empatizar se recurra al “qué exagerada/quejica”, “es muy sensible” y gilipolleces varias. No sabía que la sensibilidad fuese una enfermedad. Perdona, supongo que me dejé el hemisferio derecho en casa.

Las enfermedades son como los cuñados: no los eliges, pero de vez en cuando te toca cargar con ellos. El caso es por qué cuando eres tú la que está enferma, no es para tanto. Quitarle hierro al asunto no implica subestimar nuestro dolor. No nos confundamos, darling. Cuando se trata de enfermedades que afectan principalmente a mujeres, el dolor queda totalmente normalizado, como si fuese algo que nos viene de serie.

  1. El dolor de ovarios

Es cierto que esta tortura china nos viene de serie, igual que la enorme capacidad para soportarlo, pero eso no significa que sea algo normal. También viene de serie el cáncer de próstata y a nadie se le ocurre dejarlo pasar.

Cada mes tenemos que pasar por el mismo infierno. Además, entre el síndrome premenstrual, la regla y la posregla, yo me paso todo el mes queriendo comer chocolate, hinchada como un globo más de dos semanas y con muy poca paciencia para aguantar que me pregunten “¿Que tienes la regla?”

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  1. Infecciones urinarias

Ya sean crónicas o pasajeras, las cistitis son LO MÁS MOLESTO QUE HAY. Sin entrar en la parte de escozores, picores y dolores, lo peor es que no haya todavía una cura efectiva para esta enfermedad. ¿Pensabais que los investigadores se habían molestado en buscar una cura para una enfermedad que afecta casi únicamente a las mujeres? No, amigas. Nos recetan unos arándonos mágicos mega orgánicos y ale, a aguantarte a tu casa.

Por no hablar de los megaconsejitos del día que dan los médicos. “La higiene es lo más importante en estos casos” me dijo el urólogo un día que se había dejado el cerebro en casa. ¿PERDONA? ¿Acaso tengo yo pinta de venir con la roña pegada?

 

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  1. Endometriosis

La llamada “enfermedad del silencio” lo dice todo. Una enfermedad grave que afecta a diferentes niveles: dolores muy intensos con la menstruación (incluso más de los que padecemos la mayoría de las mortales), dolores durante las relaciones sexuales (ahí sí que nos han jodido pero bien) e incluso para ir al baño. Lo tiene todo, vamos. Esta enfermedad es una joyita. Sin embargo, muchas mujeres no se encuentran respaldadas para hablar de ella porque no se le ha dado visibilidad, ni tampoco encuentran medios adecuados para tratarla. Como uno de los síntomas son los dolores menstruales, automáticamente se califica como ‘algo típico de la mujer’ y no se hable más. Diez años estudiando medicina para acabar diciendo frases chorras y recetando ibuprofeno. Lo que hay que ver.

  1. Migraña

Resulta que este tipo de enfermedad, que casi todo el mundo conoce como “dolores de cabeza” se debe a factores hormonales. Nuestras pequeñas amigas las hormonas… a veces nos joden vivas. La migraña es una enfermedad crónica que afecta a todo en la vida de una persona. Cuando tienes dolor de cabeza no te apetece ni echar un rapidito. Pues imaginaos ese dolor de cabeza multiplicado por mil.

  1. Juanetes

Ahora mismo acabáis de pensar en vuestra abuela. No tan rápido, hermanas; nadie está libre de la maldición. A priori puede parecer poca cosa, pero probad a caminar con una bola pa fuera deformándote el pie. Ajá: ya no parece tan fácil. Además, olvídate de comprar zapatos monos. Never again, querida. Cuando tienes juanetes no hay vuelta atrás: al principio solo se te nota un poquito, sobresale una mijita, un casi nada. Pero amiga, a medida que pasan los años… eso se hincha y acaba como el rosario de la aurora. La vida de tus dedos da un giro de 180 grados (o casi) y tus pies pasan de ser los de la Cenicienta a los de un T-Rex.

La mayoría de estas enfermedades que nos afectan a las mujeres no tienen todavía una cura o ‘están en ello’. Vamos, que no las consideran importantes y por tanto no las investigan. Solo les falta recetarnos AJO Y AGUA. Queremos ir al médico y que nos ofrezcan soluciones, no obviedades. Y que no nos den el coñazo con la higiene, que ya venimos limpitas de casa.