Baja autoestima y vergüenza suelen ir de la mano. En mi caso siempre he tenido pánico a hacer el ridículo y eso me ha limitado en mi vida más de lo que me hubiera gustado. A la hora de enfrentar un nuevo reto me obsesionaba con todo lo que podía salir mal, en vez de en las cosas buenas que ese reto me iba a aportar. Me centraba en mis puntos débiles y en todas las posibilidades que existían de que yo metiera la pata. Al final, por vergüenza, he dejado de hacer un montón de cosas, pero intento que ya no me pase.

Hoy te traigo 5 pautas que a mi me han ayudado a amainar mis vergüenzas y a enfrentar la vida de otra manera:

Es muy importante rodearte de personas que te impulsan hacia delante

Personas abiertas y aventureras que nos proponen retos y nos animan a conseguirlos. Para mi fue clave tener un grupo de amigos que no tienen vergüenza, porque al final es algo que acaba contagiando. Si ellos no tienen miedo a hacer el ridículo, ¿por qué tengo que tenerlo yo?

 

Acostúmbrate a sacar fuera tus miedos

Verbalizar las cosas es el principio del fin (para bien). Me explico. A veces las cosas en nuestra cabeza suenan terribles y una vez las comentas con alguien en voz alta, pierden dramatismo. Es muy probable que todas tus vergüenzas desaparezcan (al menos en parte) cuando seas la primera que habla de ellas. Todo el mundo comete errores, y hablar de ellos con naturalidad hace todo mucho más llevadero.

 

Aprende a reírte de ti misma

Para mi, la clave de mi gran cambio. El momento en el que empecé a hacer bromas con mis propios miedos, estos empezaron a desaparecer. Sí, soy tímida, sí, a veces cuando hablo con un chico me pongo tan nerviosa que solo suelto chorradas. Pero es que eso forma parte de mi encanto, y si yo misma lo veo como un valor y no como una desgracia, viviré más feliz.

Trabaja tu autoestima

Qué fácil de decir y qué difícil de aplicar, lo sé. No es levantarse una mañana y ale, ya está. En mi caso acudí a terapia por otros motivos pero aproveché también para tratar mis vergüenzas. Ese hecho en si mismo, el atreverme a hablarle a otra persona sobre ellas, me hizo cambiar la perspectiva de lo que yo consideraba un problemón y en realidad es algo muy habitual. Pide ayuda si no eres capaz de generar ese cambio tú sola, te vendrá genial.

 

¿Qué es lo peor que podría pasar?

Esa es la pregunta que yo me hago cuando me pongo muy nerviosa y me cuesta enfrentarme a algo. Ejemplo:

Que al ponerme nerviosa en una cita no le guste al chico, ¡pues él se lo pierde! Quien quiera estar conmigo entenderá mi timidez como algo cuqui.

Al final si analizamos cada situación por separado nos daremos cuenta de que no merece la pena dejar de hacer ciertas cosas en la vida por miedo a hacer el ridículo.

Así que ten citas, haz deporte, viaja, ponte la ropa que te apetece… ¿qué es lo peor que podría pasar? Que dejases de vivir, y eso es lo que uno hace cuando no se enfrenta a sus vergüenzas.

 

Redacción WLS