Me parece una de las cosas más sanas para la mente.
Desprenderte de todo aquello que no aporta nada a tu vida, todo aquello que es una losa que al tirar hace que vueles liviana sin peso sobre tus hombros.

No sé en cuántos artículos habré escrito esta frase: “Quédate solo con lo que suma, que las restas vienen solas”, pero es que define tan bien mi filosofía de vida en todos sus aspectos… y así es también con las personas; quien no venga a sumar, que se vaya a otra parte a restar.

Debemos dejar de sentirnos mal por apartar a personas de nuestra vida que solo la intoxican. Puede que cueste, pero una vez lo consigues te das cuenta de que sufrir, sentirse mal, no ser tú misma, o intentar complacer a otra persona antes que a ti misma no merece la pena.

No eres mala persona por elegir a quien quieres en tu vida.
No eres mala persona por elegir a quien NO quieres en tu vida.
No eres mala persona por elegirte a ti misma.
Nadie viene impuesto.

Y estas son las razones por las que entendí que tengo todo el derecho de excluir de mi vida a algunas personas:

  1. Hay personas que te necesitan en su vida para sentirse útiles y grandes a base de menospreciar, es así.
    Hay gente que necesita apagar la luz de otros para brillar (sí sí, lo sé, siento tener que recurrir a esta frase tan manida, pero es que no hay metáfora que lo defina mejor), y a veces lo normalizamos, nos acostumbramos y lo soportamos.
    Pero, en serio, si alguien es así, si alguien necesita humillarte para sentirse bien, o para (no sé en qué momento) creerse mejor, no se merece tu tiempo, ni mucho menos tu respeto. Así que lo mejor que puedes hacer es seguir brillando lejos de esa oscuridad.
  2. Si antes eramos conscientes de lo corta que es la vida, este año preapocalítico vino a demostrarnos que aparte de corta debemos disfrutar de todo lo que tenemos porque mañana puede ser que el mundo se vaya a la mierda.
    Y siendo así… no sé vosotras pero yo no quiero perder mi preciado tiempo en tonterías y en personas que no cambian sus malos comportamientos.
    Esas con las que hablas porque hay cosas que te molestan o te hacen daño, se disculpan y luego todo sigue igual.
    Esas con las que el perdón pierde todo su valor, porque de nada me vale que te disculpes si todo seguirá igual. Porque entonces “perdón” significa “te regalo los oídos con lo que quieres escuchar pero después haré lo que me dé la gana”.
    Y está bien, puede haber personas que simplemente no están hechas para mí, pero ahí es dónde podemos decidir si aceptarlas y sufrir o si soltarlas y liberarnos.
  3. Me quedo con las opiniones distintas, pero proscribo absolutamente todas las intolerancias morales.
    Creo que lo más básico en todas las relaciones es respetar las opiniones, podemos discrepar en cualquier tema y no pasa nada.
    Puedo respetar que seas de otro equipo de fútbol, que no te gusten las aceitunas, que votes a quien te dé la gana, que prefieras el invierno al verano, que no te guste mi forma de vestir ni a mi la tuya, que repudies el reguetón, que te gusten los plátanos (pero por favor cómelos lejos de mi olfato)…
    Pero no toleraré jamás el odio hacia las personas, sea cual sea la circunstancia.
    No me quedaré jamás con quien crea que tiene derecho a opinar sobre lo que hago con mi cuerpo y lo que llevo dentro.
    Con quien crea que tiene derecho a opinar sobre cómo o a quién aman los demás.
    Que tiene derecho a pensar que alguien vale menos por el color de su piel.
    O que mi sexo define mi valía en cualquier ámbito.
    Para esas personas, homófobos, xenófobos, machistas, etc. NO TENGO TIEMPO.
  4. La costumbre no debe ser una razón para mantener a nadie en tu vida. Porque conoces a alguien de toda la vida, pero ya no te aporta nada. Las personas evolucionan y las relaciones también. Y no pasa nada.
    La rutina no tiene que obligar a mantener relaciones. Las parejas rompen y continúan sus vidas ¿verdad?, ¿por qué nos cuesta tanto hacerlo cuando es otro tipo de amor y relación?.
  5. No quiero en mi vida auténticos imbéciles. Y es difícil porque, de verdad, hay demasiados. Y sé que tendré que lidiar con ellos toda la vida, me los encontraré en el trabajo, en la tienda, en amigos de amigos, en cualquier lado. Pero no en mi vida. Los respetaré porque ahí suele estar la diferencia entre unas personas y otras, pero su importancia será nula.
  6. Seré siempre yo misma. Y excluiré de mi vida a todo aquel que no me permita serlo. No, perdón. A mí nadie me permite nada. Excluiré de mi vida a todo aquel con el que yo sienta que no estoy cómoda siéndolo.
  7. Excluiré a personas de mi vida por esta última razón sobre todas las demás:
    PORQUE PUEDO. Porque soy libre de tener en mi vida a quien me da la gana y de echar a quien quiera. Y no necesito más motivos, razones ni excusas. Y no me sentiré mal por hacerlo. Porque ante todo yo soy la única con el poder de gestionar mi vida.

Marta Freire @martafreirescribe