Siempre he sido una loba solitaria, nunca me ha ido mucho el rollo de tener novios, pensar en príncipes azules y creer que necesitaba a alguien para completar mi vida. Tengo casi los 35 y siempre he vivido sola y feliz, tengo un perro, dos gatos y muchas plantas a las que darles amor y cuidar cada día de mi vida. El hecho de comprometerme con una persona me sonaba a puta locura de la vida y ya lo de tener hijos ni os cuento.

Pero bueno, nada mejor que la vida misma para darte un guantazo cuando menos te lo esperas y te veas a ti misma comiendo helado con tu novio mientras le dices ‘cari, límpiate ahí que te has manchado un poco’ entre risas de colegiala. Como bien decía mecano yo era digna de tatuarme ‘siempre los cariñitos me han parecido una gilipollez’ (ya no decimos ‘mariconez’, pa los que no visteis OT18). Pues nada, aquí os voy a dejar una lista de cosas que me he visto haciendo con mi nuevo novio y que siempre negué en rotundo que haría:

1. Utilizar apodos cariñosos para referirnos al otro

Que si cari, que si gordi, que si bebé. Lo peor de todo es que casi siempre terminan en ‘i’, me parecen ridículos, los odio, no los entiendo y aún así los uso a diario. Es como que mi boca los escupe sin pedirle permiso a mi cerebro y no hay nada que hacer.

2. Compartir comida

O sea, esto sí que en mi vida. Ni con mi novio ni con nadie vaya, yo soy de las que se pide la comida pa ella y lo que es mío no se toca. Si te has portado genial conmigo igual te comes UNA patata de mi plato y aún así te odiaré durante un rato por osarte a pedírmela. ¿Y ahora? Ahora es como ‘ay, prueba esto que está buenísimo’. QUIÉN SOY Y DÓNDE ESTÁ MI VERDADERO YO. 

3. Ver el fútbol 

Me negaba en rotundo. Al fútbol ya  cualquier deporte que no fuera algo que tuviera que ver con RuPaul Drag Race. Y ahora mira… todos los findes de semana me veo un partidito con pecho lobo y es que ni tan mal, encima él es del Atleti y no os hacéis una idea de lo que se sufre. A cambio se está tragando todas las temporadas de RuPaul, aquí pringamos todos coleguis.

4. Vivir pegada a otro ser humano

SIEMPRE he odiado a las parejas que están todo el día juntos, pegados ahí, codo con codo, que parece uno la sombra del otro. Os lo juro, ‘QUE CORRA EL AIRE’ solía gritarles a mis amigos enamorados. Ahora los entiendo y me caigo fatal, real que soy una segunda piel de mi señor, asumo que se me pasará y todo será un poquito más normal, pero a día de hoy es que no hay rato del día que no esté con él, pensando en él o esas cosas que hace la gente pedorra que está en fase enchochamiento.

5. Depilarme delante de alguien 

Con depilarme hablo de cagar, mear o cualquier cosa escatológica que casi no haces ni delante de mis amigas/familia y así, de repente, un día te despiertas y tienes tanta confianza con alguien que no te asusta que te vea explotarte un grano más grande que te tu cabeza delante del espejo, que te cambies la compresa mientras se afeita o que esté meando mientras te duchas. De hecho es que si me pongo a pensar no sé en qué momento empezamos a hacer ese tipo cosas.

6. Mandar mensajitos de ‘buenos días/buenas noches’

Es que EN MI SANTA VIDA. Yo era la típica que me quedaba durmiendo de repente sin despedirme ni nada y cuando me despertaba hasta que no me tomaba mi señor desayuno, NI DE COÑA me ponía a escribirle a alguien ‘buenos días cari, ya te echo de menos’. Es que si mi yo de hace dos años me viera, me pagaba un puñetazo en el ojo que no lo contaba.

7. Ponerme una foto de perfil con mi novio

Esto sí que no, ODIABA a las parejas que se ponían la foto en el puente de su pueblo besando a su churri, era REPULSIÓN máxima y ahora mírame, con mi fotico de los dos. Qué monis.

8. Hacerle un hueco a alguien en el cajón de mis bragas 

Señoras, creo que este es el paso definitivo hacia el amor, cuando apretujas todas tus pertenencias para darle cabida a las de otra persona. Si permites amontonar tus bragas para que quepan sus calzoncillos… Cariño, ahí ya no hay marcha atrás. 

 

Redacción WLS